Estados Unidos marca una nueva era con la salida del poder del magnate Donald Trump y la llegada de Joe Biden. La gestión de Trump constituyó una pesadilla para su país y el mundo.

Los estadounidenses, que durante cuatro años estuvieron sometidos a interminables tensiones, votaron mayoritariamente en los comicios del 3 de noviembre de 2020 contra los aprestos reeleccionistas del candidato republicano. Aunque perdió por un amplio margen en las urnas y en colegios, Trump rehusó hasta el último momento aceptar su derrota.

Para colmo también se negó a participar en la ceremonia de transferencia de mando. No solo sus conciudadanos sino también el planeta, con contadas excepciones, celebran la partida de un mandatario que gustaba más de la fuerza que de la persuasión y la razón.

El rechazo que se ganó el magnate es uno de los principales referentes para el nuevo gobernante reorientar la política estadounidense en muchos aspectos. Ante las heridas dejadas por su antecesor, Biden ha clamado por la unidad de la sociedad de Estados Unidos. Es un buen punto de partida, pero sin olvidar la prioridad de borrar el nefasto legado del trumpismo.

Biden llega con un compromiso de respeto al orden y las relaciones internacionales de los que su antecesor se burló. Puede decirse que desde el miércoles Estados Unidos y el mundo inauguraron una nueva era que augura más seguridad y bienestar para la humanidad.