Opinión

Nuevo capítulo

Nuevo capítulo

Tras la firma del acuerdo de paz con las FARC, el único grupo guerrillero que sobrevive en la región, en Colombia se cierra un capítulo que se inició hace 52 años, que a la fecha ha dejado más de 220 mil muertos y decenas de miles de desplazados, y se abre otro que, dependiendo de la compresión de los propios colombianos, podría marcar el anhelado proceso de reconciliación. El 2 de octubre próximo más de 34 millones de ciudadanos tendrán en sus manos la histórica decisión de votar a favor o en contra del acuerdo durante el plebiscito convocado por el presidente Juan Manuel Santos, en un acto que ha sido muy cuestionado, para involucrar a la nación en los resultados finales.

Santos, que por ahora ha sido el gran héroe del acuerdo con las FARC, confía en que el “sí” se impondrá en la consulta. Pero con la oposición a las negociaciones de líderes políticos como el expresidente Álvaro Uribe Vélez, no dejan de aflorar preocupaciones. Hay muchas familias que no son tan cristianas como para perdonar la muerte o mutilación de algún pariente durante la prolongada guerra entre el Gobierno y la guerrilla.

Basta con que los autores se autoincrimen para quedar exonerados de procesos judiciales. Son las que a nombre de la justicia en lugar de ver a los antiguos combatientes paseándose por las calles o desempeñando una posición pública quisieran verlos tras las rejas, pagando por sus acciones.
A pesar del rencor, son más los beneficios que derivan de ese acontecimiento histórico que se suscribe hoy. Con el acuerdo no solo termina una guerra, sino la violencia derivada con el surgimiento de grupos paramilitares, pandillas criminales y la letal incidencia del narcotráfico en los conflictos. Los acuerdos, como han observado muchos analistas, no dejan de tener sus complejidades.

Pero si el presidente Santos se hubiera dedicado a buscar consenso con la clase política lo más probable es que hoy no estuviera exhibiendo el resultado de cuatro años de negociaciones, en ocasiones escabrosas, como es la firma del histórico pacto, porque no lo hubiera conseguido. Entendió que era más fácil entenderse con el enemigo que combatía con las armas. Cosas de la vida política.
En estos tiempos de guerra y terrorismo, Santos ha dado una lección que lo convierte en candidato para optar por el Nobel de la Paz. Tomó la iniciativa de negociar antes que combatir y los resultados, a pesar de los problemas que han llevado a su contrincante Uribe a enarbolar la consigna “no más al desgobierno”, con lo que también llama a votar contra el acuerdo, el Presidente se ha alzado con todos los créditos. Y su respuesta a la campaña de Uribe es también un ejercicio de habilidad al recurrir a la pregunta ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?

El Nacional

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