Editorial

Obama

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El presidente Barack Obama ganó la reelección ayer al derrotar a su contendiente republicano Mitt Romney en unas elecciones que se mantuvieron reñidas hasta el último minuto,  cuyos resultados no significarían cambio alguno en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, basadas en  la  unilateralidad y la indiferencia.

Obama pudo ganar con el voto de las minorías, incluido de manera relevante a los hispanos, pero aun así, no se vislumbra que el mandatario modifique  su  grisácea política  hacia  el continente, como tampoco lo haría el  gobernador Romney, en caso de que los resultados electorales fueran inversos.

Las elecciones  estadounidenses que concluyeron con el triunfo de Obama y  la confirmación  del control del Senado por el Partido Demócrata y de la Cámara de Representantes por el Republicano, fueron sin dudas  ejemplares y deberían servir siquiera como referencia  para la celebración de  comicios en República Dominicana, casi siempre matizados por irregularidades.

Se resalta la creciente participación  de la comunidad hispana en los procesos electorales estadounidenses, al punto que el voto de millones de ciudadanos originarios de Latinoamérica, literalmente, decidieron la victoria de Obama, consagrado como el primer presidente negro de la Unión Americana.

Para que se tenga una idea de lo reñida que resultó esa contienda electoral, debe decirse que  todavía  en la víspera de las votaciones Obama  llamaba por teléfono desde Chicago a votantes indecisos y Romney encabezó mítines en Ohio y Pensilvania  en procura de remontar en las encuestas.

Entre los mayores retos que deberá enfrentar Obama en su  segundo mandato figuran conjurar los efectos de la peor crisis económica en 80 años,  recomponer sus relaciones comerciales y políticas con China y Rusia, concluir la guerra  en Irak y Afganistán, aliviar tensiones en Siria, Libia, Península Coreana y Medio Oriente y, sobre todo, intentar  reunificar a los propios Estados Unidos.

Los resultados de las elecciones de  ayer pueden ser importantes para  los intereses del Medio Oriente, Golfo Pérsico, Sudeste Asiático, Europa, Rusia y China, pero no para América Latina, una región que nunca fue mencionada por  el presidente Obama en los 18 meses de campaña electoral y apenas  durante diez segundos por  su contendor Romney.

República Dominicana no debería albergar mayores esperanzas de que se produzca  algún cambio positivo en sus relaciones con Washington, marcadas por un pronunciado déficit en el intercambio comercial, que se ha agravado  con la puesta en vigencia del Tratado de Libre Comercial (DRCafta),  y la prevalencia de restricciones no arancelarias a las  exportaciones nacionales hacia ese mercado. Aun así,  congratulaciones al presidente Obama.

El Nacional

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