El presidente Luis Abinader volvió a rendir cuentas y de nuevo dejó fuera de su agenda gubernamental inmediata el tratamiento al trascendental tema de la modificación a la Ley de la Seguridad Social 87-01.
Todo indica, que al igual que los mandatarios que le han antecedido, el actual jefe de Estado, también se une al equipo que tiene terror a marcharle al tema, que no quiere tirarse cananas y, sobre todo, enfrentar a l sistema financiero.
Es sabido que esa ley hay que modificarla, adecuarla, que no se debe ni se puede permitir hacer entrega del primer paquete de pensiones con esos montos que se concibieron y muchos menos seguir con las iniquidades registradas en el Seguro Familiar de Salud, así como también Riesgos Laborables en pleno Siglo XXI.
Al parecer nadie escucha, ni Congreso Nacional, ni Poder Ejecutivo, empresariado, sindicatos, ni ¡nadie!; es una sordera colectiva ante un grito que más temprano que tarde podría transformarse en descontrol y violencia para imponer las respuestas.
No estoy agitando o llamando a la desobediencia civil, jamás haría eso como un demócrata convencido que soy, lo que intento es advertir que no se debe continuar con esa indiferencia.
Todo ha sido entretención y complicidad; diputados, senadores, gobierno y empresarios, nos han sacado la lengua, se han burlado de todos, al punto que no se habla de eso y mucho menos se sabe cuál es el estatus de ese proyecto de modificación de la Ley 87-01 que data del 2001.
¿Que están esperando, que este pueblo se levante, que la sociedad se irrite y tome las calles en búsqueda de sus verdugos que ya los tienen debidamente identificado?.
Cuando se pierde la “esperanza y el miedo”, como dijo Friedrich Nietzsche, filósofo y poeta, el camino más corto es la confrontación y la sangre y nadie en este país quiere que esto suceda.