En estos días he reflexionado, y preguntando a algunos amigos sobre cuáles son las posibilidades de un muchacho o muchacha de entre 10 y 15 años, de extracto pobre, residente en uno de nuestro barrios marginados de salir adelante por un camino apegado a la decencia y los buenos valores; formar una familia y ascender a clase media alta o alta. Teniendo en cuenta que vive con unos padres o uno solo de ellos (más común la madre), que susciten con ingresos magros, por ejemplo un empleo de salario mínimo y que tiene el interés de que sus hijas e hijos sean hombres y mujeres de bien.
Si le agregamos que ese muchacho o muchacha es algo tímido, respetuoso de los demás y que no se involucra en ninguna acción cuestionable, soy de los que cree que en las actuales circunstancias que vive nuestro país, y posiblemente en la mayoría de las naciones latinoamericanas que no tiene ninguna posibilidad de salir de la pobreza, a menos que opte por el camino de la delincuencia como atracador, narcotraficante, tratante de blancas o incursione, con apoyo de alguien destacado en esas aéreas en el Rap, Dembow o lo que denominan música urbana, y logren trascender.
Otra opción es la prostitución, tanto femenina como masculina, pero esta es una profesión sumamente peligrosa, amarga y que tampoco garantiza el éxito económico.
Las muchachas de bonita figura, que amplían sus encantos con cirugías estéticas pueden aspirar a que un hombre poderoso se haga cargo de ellas.
Muy pocos podrían salir de la miseria en base a sus estudios y hacerse de una profesión, pues aparte de lo difícil que le resulta en su medio, al graduarse no tienen muchas opciones para emplearse bien con unos ingresos que le ayuden a vivir con cierta decencia.
Las opciones más probables, que tienen para hacer fortuna, es tomar una carrera de diseño o mercadeo, llegar a ser pelotero profesional, político oportunista con poder, estas dos últimas sumamente difíciles también, lo que resulta “algo más que salud”.