De narcopolítica, narcodiputados
y narcos….
Autoridades del Ministerio Público han señalado la elección de diputados relacionados con el tráfico de drogas o lavado de dinero procedente de ese maléfico negocio y algunos medios de comunicación han comenzado a utilizar el vocablo compuesto “narcodiputado”.
Al menos un diario tituló así una información atribuida al senador Reinaldo Pared: “Pide al procurador que presente casos de narcodiputados”.
El elemento compositivo /narco-/ significa ‘droga’ y a partir del mismo se formarán cuantas palabras necesiten los hablantes para expresar conceptos relativos a los estupefacientes, ya fuere en la ciencia médica o ya fuere para designar acciones relacionadas con el vulgar tráfico de drogas con fines criminales.
Narcotraficante y narcotráfico son los vocablos derivados de la referida raíz más usados. El primero, formado de narco- y traficante (adjetivo) significa que trafica con estupefacientes. En tanto que narcotráfico, formado con narco- y tráfico, es un sustantivo masculino con el que se denomina el comercio de drogas tóxicas a gran escala.
Narco es un acortamiento del término narcótico. Esta última palabra, de origen griego, es definida en el Diccionario del siguiente modo: 1. adj. Med. Dicho de una sustancia: Que produce sopor, relajación muscular y embotamiento de la sensibilidad; p. ej., el cloroformo, el opio, la belladona, etc. U. t. c. s. m. 2. adj. Perteneciente o relativo a la narcosis.
La voz “narco” es usada frecuentemente como equivalente a narcotraficante. Pero como elemento compositivo su función va mucho más allá. Por ejemplo, en otros países hace tiempo se habla de “narcodólar” para referirse a moneda estadounidense procedente del tráfico de drogas.
También se habla de “narcodinero”, definida por el Diccionario académico como “Dinero procedente del tráfico de droga”, ya sin importar el país de la moneda.
Nadie dudará que una “narcoavioneta”, de narco- y avioneta, sea una avioneta que transporta ilegalmente algún tipo de droga. Es importante el detalle de los países que han aportado esta palabra al registro lexicográfico: Bolivia, Honduras, México, Nicaragua y Perú.
Aun no aparece en el Diccionario, pero como se ha formado “narcoavioneta” ha de formarse “narcoavión”, pues los capos de las drogas se compran aviones privados, con sus grandes ganancias en el negocio.
Suramérica ha aportado al léxico hispano la voz “narcoguerrilla”, compuesta de narco- y guerrilla. Este vocablo significa guerrilla que se financia con el tráfico de drogas. Y como hay narcoguerrilla, obvio es que haya “narcoguerrillero” y su expresión femenina, narcoguerrillera.
La primera acepción es un adjetivo que viene a ser perteneciente o relativo a la narcoguerrilla. Pero también entra quien combate en la narcoguerrilla. Grupo narcoguerrillero.
En unos países no hay guerrilla ni narcoguerrilla, pero la actividad política está maleada por dinero procedente del narcotráfico, es decir funcionar la narcopolítica, definida como actividad política en que las instituciones del Estado están muy influidas por el narcotráfico.
Y tan penetradas pueden llegar a estar las entidades, que el Estado resulte envuelto por esa práctica malsana. Por eso ya se habla de “narcoestado”. El día que sea incorporada al Diccionario, por supuesto que va en minúscula.
Lo que no se entiende es por qué aquí solo se habla de “narcodiputado” si el elemento compositivo /narco-/ es aplicable a diversos sustantivos, tales como senador, regidor, asesor, coronel, teniente, embajador…