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ORTO-ESCRITURA

ORTO-ESCRITURA

Adjetivos formados por derivación.-

La intención despectiva se vale de la terminación –ero para emplear palabras con esa intención: cuquero en vez de obstetra, loquero, en lugar de psiquiatra o guitarrero por no decir guitarrista. Pero es diferente la actitud sicológica de quien habla cuando emplea el vocablo ronero para referirse a un fabricante de ron. Una compañía dominicana que procesa esa bebida insiste en promover su tradición en el ramo. En la televisión, como en la prensa, destaca: “Cinco generaciones de maestros roneros…”.

De una publicación periódica extraigo esta muestra:
-“Los maestros roneros de Brugal: Herencia familiar…”
-“Así lo expresan los cuatro maestros roneros o máster blender, que actualmente laboran en Brugal & Compañía. Ellos son…”
-Gustavo Eduardo Ortega Zeller, “El más joven de los maestros roneros de Brugal y el único de la quinta generación…”. (Listín Diario 21 de junio de 2009).

Con el vocablo ronero, se denomina al fabricante de ron, es decir se trata de un sustantivo, y en los ejemplos citados este vocablo viene antecedido del adjetivo maestro, palabra que empleamos más como sustantivo: maestros roneros. Pero ronero es también adjetivo (relativo o propio del ron). Así deberá ser incorporada, en algún momento, en el Diccionario académico.

Entonces pasamos a hablar directamente de los adjetivos formados por derivación. Son muchos los adjetivos con que cuenta nuestro acervo lexicográfico que han derivado de sustantivos, de verbos o de otras categorías gramaticales, incluyendo los propios adjetivos, cuyo grado superlativo aporta nuevos vocablos terminados en –ísimo, ísima (grandísimo, bellísima, santísima…).

Los adjetivos procedentes de nombres suelen adoptar las siguientes terminaciones: -al (de término , terminal; centro, central), -ano (de huerto, hortelano; de Higüey, higüeyano), -ar ( montículo, monticular; espectáculo, espectacular), -ario (banco, bancario), -ico (de metal, metálico; vandalismo, vandálico), -ista (socialismo, socialista), -ístico (museo, museístico), -ivo (de deporte, deportivo), -izo (paja, pajizo), -oso ( aceite, aceitoso; leche, lechoso).

También tenemos la oportunidad de formar adjetivos a partir de verbos y para ello el uso sugiere las siguientes terminaciones: -ble (vender, vendible; masticar, masticable), -dero (casar, casadero; pasar, pasadero), -dizo (huir, huidizo; enfermar, enfermizo), -dor (ensordecer, ensordecedor; atesar, atesador), nte (sorprender, sorprendente; cantar, cantante), -orio (definir, definitorio; consultar, consultorio). (NGLE,pág. 506).

Los adjetivos denotan nociones como semejanza (lechoso, de ahí el nombre que hemos creado para la fruta llamada papaya), nociones de tendencia o propensión (asustadizo), intensificación del concepto, actitud muy propia del habla dominicana (grandísimo, feísimo, inteligentísimo), pero también indican estos adjetivos nociones para llevar a cabo una acción (estimulante, agravante). La calificación implica en otros casos la capacidad de un objeto o persona para recibir una acción (lavable, temible, objetable) y por igual incluye la noción de posesión o existencia (fiebroso, afanoso, baboso).

Las locuciones nominales también dan lugar a derivados adjetivales: medioambiental (de medio ambiente), bienhablado (bien hablado), malhablado (mal hablado), bienvenido (bien venido), malcriado (mal criado), malhechor (mal hechor) y malhumorado (mal humor), malpechoso (de mal pecho).

La libertad de crear palabras surte sus efectos en los registros académicos. Quiero citar con satisfacción que la Gramática académica acoge el adjetivo medalaganario, formado en República Dominicana a partir de la locución “me da la gana”. Y como tenemos la libertad de crear adverbios a partir de agregar el sufijo /mente/ a un adjetivo, ha adquirido carta de presentación el adverbio medalaganariamente.

A propósito de autores dominicanos, cuando el poeta Ramón Francisco compuso los versos que rezan: “Atesador, atesador, ateso los batidores” no indagó si el vocablo “atesador” aparecía o no en el Diccionario, pero sí estaban seguros, él y el arquetipo descrito en el poema, que la terminación –dor sirve para denominar oficios. Ya nos hemos referido al vocablo batidor en la acepción que lo emplea el poema La patria montonera. (Segmento del discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua).

El Nacional

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