Si las distribuidoras no reducen las pérdidas, que los generadores incrementen o abaraten la producción no garantiza una solución a la crisis eléctrica. Se trata de una verdad como un templo. Pero la deficiencia de las comercializadoras no puede enarbolarse como pretexto para condicionar la revisión de contratos ni el pacto que ha planteado el Gobierno para mejorar el servicio eléctrico.
La Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE) está en lo cierto cuando advierte que el acuerdo en el complicado sector no puede sacrificar sólo a una de las partes, sino que, para su viabilidad, hay que tomar en cuenta la responsabilidad del Gobierno y la participación, incluso, de los consumidores. La posición no puede, sin embargo, erigirse en una condición para negociar.
Las distribuidoras tienen que ser más eficientes. No conducen más que al despeñadero que las Edes cobren sólo 110 millones de dólares mensuales de los 180 millones que colocan en el mercado. Si es así, las pérdidas, que oscilarían entre un 38 y un 40 por ciento, nadie las aguanta. Por más boyante que sea la economía, que tampoco es el caso.
Sin embargo, como reconoce la ADIE, la matriz eléctrica tiene que ser más diversificada, con la integración de nueva generación con otros tipos de combustibles. Más cuando se han notado los esfuerzos del vicepresidente de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Rubén Bichara para que las Edes centren sus esfuerzos en la reducción de las pérdidas técnicas.
Reducir el robo de electricidad, las pérdidas por el sistema de transmisión, la mejoría de la cobranza y el saneamiento del gasto administrativo son pasos necesarios es impostergables, pero en modo alguno pueden asumirse como condición para la revisión de contratos con los generadores, algunos por demás onerosos, ni para un pacto eléctrico.
No hay que redundar en el efecto de la crisis eléctrica para el clima de inversiones y la estabilidad social. El costo del servicio es espantoso y los apagones no dejan de constituir un factor de perturbación. En algún momento hay que ponerse de acuerdo para superar una crisis que sí constituye una vergüenza para nación que se ufana de los indicadores de su economía.
El Gobierno y los generadores tienen que poner todas las cartas sobre la mesa en las discusiones de un pacto que, como tantos otros, se han reducido al plano mediático. Todas las condiciones están dadas para tomar el toro por los cuernos.

