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Pélicot y los 50 violadores

Pélicot y los 50 violadores

Susi Pola

El caso de Gisele, francesa de 71 años, casada con Dominique Pélicot, dos hijos y una hija, abuela, drogada por su “marido modélico” durante 10 años para que otros hombres la violaran inconsciente -hasta ahora identificados 50 por la Policía- mientras él filmaba, está siendo juzgado en Francia, conmocionado a ese país y al mundo.

Sorprendido por los vigilantes de un supermercado filmando bajo la falda de varias mujeres, los policías al analizar su material informático, descubrieron miles de fotos y videos de su esposa inconsciente sometida a violaciones y abusos de otros, material que tenía archivado cuidadosamente en una carpeta titulada “Abusos”, dentro de la cual había carpetas con nombres y señas de identidad de cada violador.

Además, la policía francesa encontró en su ordenador miles de fotos de su hija, desnuda y dormida, así como de su nuera, además de niñas y mujeres en los lavabos de varios centros comerciales.

De los más de 80 agresores, la Policía ha identificado ya a 50 con edades comprendidas entre los 22 y 70 años procedentes de la misma región, la mayoría sin antecedentes penales, muchos de ellos casados y personas «intachables», lo que escandaliza a la población de este caso, que los violadores estaban totalmente integrados en la sociedad, con vidas y trabajos, normales, pero algunos la violaron hasta seis veces.

Hay que recurrir a la Filosofía para tratar de entender como la violencia de género se mantiene en esta praxis cultural universal, se reproduce y se justifica, aún sabiendo que, en la práctica machista, no hay razonamiento ético posible para que el dolor generado por esta desigualdad que identifica la conciencia colectiva, no nos paralice.

Que esos 50 violadores de una mujer inconsciente, después de haber admitido los hechos, aleguen como exculpación posible que: “su intención no era violarla”, “Nunca vieron nada extraño en eso, ni en el cuerpo inerte”, “el consentimiento del marido les parecía suficiente”, “El marido les aseguró que estaba de acuerdo”, no solo da mucho asco, además, incredulidad frente a un tipo de pensamiento que no tiene idea de lo que está bien o lo que está mal.

Y ese es el rasgo fundamental del machismo, la falta total de ética, aplicada en la dicotomía y la doble moral, que se nutre de la ideología dominante, patriarcal, proveniente desde las tradiciones religiosas hasta todas las reglas sociales establecidas.

Pélicot y los 50 violadores nos advierten de lo mal que seguimos.
Como hicieron Ali Babá y los 40 ladrones.