En República Dominicana como en otras latitudes se está viviendo una odiosa pérdida de la identidad cultural como nunca antes.
Es cada vez más notorio en esta media isla y la mayoría de los pueblos del mundo la falta de interés hacia la preservación de sus raíces, tradiciones y cultura.
En la medida que pasa el tiempo se observa un constante bombardeo de información tendente a borrar de forma definitiva la identidad cultural que por siglos se han mantenido en la mayoría de los pueblos de occidente.
Parecería que la intención es conducir a esta civilización occidental de manera increíble hacia la construcción de una cultura global estandarizada.
Pero, para que se pueda entender lo que estamos planteando es necesario definir el concepto cultura. Podemos decir que es el conjunto de formas y expresiones que caracterizan a una sociedad determinada.
Y por este conjunto de formas y expresiones, se entiende creencias, prácticas comunes, reglas, normas, códigos, vestimenta, religión, rituales y maneras de ser que predominan en el común de la gente.
Si partimos de ese criterio y observamos el impacto de la globalización sobre la cultura y la identidad nacional nuestra, se hace evidente la adopción de prácticas culturales y de consumo que son características de las naciones capitalistas. En nuestro país ya es evidente este comportamiento a través del consumo de las marcas, medios, símbolos, celebridades e iconos representativos de otras sociedades, que regularmente están asociados y relacionados con modelos comerciales de grandes marcas.
Es necesario que como colectivo velemos por nuestros intereses y por nuestras raíces que son las que nos caracterizan como nación ante los demás países. No podemos continuar la senda peligrosa de la glorificación de la nada.
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