Los gigantescos daños causados por el coronavirus en las grandes economías tornan más sombrías las perspectivas de países como República Dominicana. Los organismos internacionales coinciden en que la pandemia ha vapuleado la economía mundial a una velocidad sin precedentes, obligando a todos los gobiernos a dedicar a grandes recursos en procura de estabilizarla, con el agravante de que las recaudaciones impositivas se han desplomado. Pero ese proceso es obvio que tomará mucho tiempo. Sólo Estados Unidos ha aprobado un plan de recuperación de tres billones de dólares. Por aquí la crisis sanitaria ha impactado duramente en el empleo. Y la caída del turismo, las remesas y las exportaciones de zonas francas dibujan un cuadro tétrico. El mundo no se va a acabar, pero la recuperación se tomará su tiempo en todos los países. Es obvio que las naciones que carecen de un aparato productivo desarrollado tendrán más dificultades para reinsertarse en los mercados internacionales. El panorama que se advierte tal vez no sea para confesarse, pero las perspectivas plantean un desafío que infunde pesimismo.