Estados Unidos volvió a vivir otra pesadilla con la matanza de 20 niños, con edades entre 5 y 10 años, en un colegio de Newtown, Connectitcut, durante una masacre en que también murieron otras ocho personas protagonizada por un hombre ataviado y armado al estilo Rambo. Ningún país está exento de ese tipo de tragedia, pero la frecuencia con que ocurren en la nación más próspera del planeta es motivo de profundas reflexiones.
Las perturbaciones mentales que puedan atribuirse al homicida, identificado como Adam Lanza, de 24 años, pueden ser un factor secundario a la hora de buscar las causas de la masacre. Si en verdad se quiere auscultar las razones de tragedias tan espantosas hay que comenzar por un sistema que no limita el uso de armas ni la propagación de la violencia visual.
Se calcula que los tiroteos indiscriminados y las armas de fuego han causado más muertes en Estados Unidos que todas las guerras en que la nación se ha envuelto. Antes de lo ocurrido ayer en el colegio de Connecticut, ese país y el mundo habían sido sacudidos por la muerte de 34 jóvenes estudiantes acribillados en 2007 por uno de sus compañeros en la universidad de Virginia Tech.
Ningún detalle puede quedar en el aire para llegar a conclusiones que contribuyan a tomar medidas para evitar, como dijo el presidente Barack Obama en medio de la conmoción, que se repitan sucesos tan siniestros. En modo alguno se puede soslayar que antes de disparar indiscriminadamente contra los niños el hombre había matado a su padre en su propia casa. Y que entre las víctimas en el plantel también figura su madre, que era profesora.
Como si fuera para una guerra, el homicida se atavió con un chaleco antibalas, una capucha y se artilló con cuatro armas de fuego. Sin duda que una recreación de un héroe de alguna película, aunque las similitudes son mayores con el legendario Rambo, el personaje de Silvestre Stallone.
El atroz crimen demanda más que condenas y lamentos. De no tomarse las medidas que demandan episodios tan horrorosos en cualquier momento pueden repetirse, no como fenómeno que puede ocurrir en cualquier parte, sino como resultado de la combinación de una amplia gama de factores que lo alimentan.
Nadie en ninguna parte es indiferente a una matanza que tanto dolor y llanto ha causado en Estados Unidos. El suceso ha sido demasiado conmovedor.

