Opinión

Política y corrupción

Política y corrupción

POR:  Oquendo Medina

oquendomedina@hotmail.com

 

Sin duda alguna, somos una nación en vía de desarrollo con las dolencias propias de un país pequeño que se esfuerza por sobrevivir en medio de este mundo globalizado, competitivo y exigente. Hemos tenido gobiernos buenos y malos, administraciones cuyos resultados ha sido un verdadero fiasco para nuestra sociedad.  No obstante, siempre logramos salir a flote gracias al empeño que los buenos dominicanos ponemos a la hora de la definición ante la inclemencia del tiempo.

De ahí que la planeación e implementación de políticas públicas alejadas de la realidad, más la permisividad de los escándalos de corrupción (supuestos o reales) se conviertan en dos ejes fundamentales del atraso y de la deuda social acumulada que acompañan a los países en vía de desarrollo.

Por eso las políticas públicas tienen que estar bien dirigidas por aquellos gobiernos que procuran manejar adecuadamente el gasto público y así acelerar la irreversible modernización del Estado.

Las reformas administrativas son indetenibles. Ellas tienden a fortalecer los recursos humanos para, a su vez, éstos enriquecer sustancialmente las capacidades administrativas de los servidores públicos. En este punto encaja perfectamente la lucha contra la corrupción, centro de atención por parte de la sociedad civil y de la ciudadanía en sentido general.

El fenómeno de la corrupción impacta de modo negativo en todos los estamentos de la sociedad. Ella, cual si fuera una plaga endemoniada del siglo XIX, provoca muertes, desolación, ambición extrema, pérdida de la ética pública, alejamiento del núcleo familiar, descrédito público, aumenta la pobreza en nuestra sociedad y, por vía de consecuencia, genera violencia social.

Lo correcto entonces sería tener siempre presente que una gobernanza efectiva y de una eficacia real jamás llegará a cosechar buenos frutos si toda la administración pública no es capaz de convertirse en gladiadora eficiente en la lucha y la persecución de la corrupción administrativa.

No olvidemos que la corrupción, lamentablemente, ha logrado acentuar el descrédito de nuestra clase política. Al extremo de que subsiste una percepción errática a lo largo y ancho de nuestra república acerca de que todos los políticos y los funcionarios son puros corruptos.
Sin embargo, debe reconocerse y valorarse el esfuerzo e interés puesto por el Gobierno que encabeza el licenciado Danilo Medina para que las políticas públicas fluyan en beneficio de la población al ritmo deseado; siempre a favor de los más necesitados.

El Nacional

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