César Pichardo
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Seguridad domínico-haitiana
Es imposible escapar de la realidad. El caso dominico-haitiano confronta una coyuntura crítica. Condiciones actuales originan situaciones indeseables, que conducen a la inseguridad humana. La seguridad de un territorio respecto a una agresión interna en este escenario exige un nuevo guion de los actores principales, tanto individuos como instituciones ya sean ONGs, inversiones, gobiernos regionales o nacionales, hay que cambiar los argumentos inservibles a través de la manera de actuar y pensar.
La prioridad es la soberanía; solo así se logra la convivencia dominico-haitiana. Cierto es, que hay deficiencia en los órganos de control, las leyes y la justicia. Urge una estrategia de seguridad con carácter de inter relación que disminuya los niveles de vulnerabilidad extrema que hoy nos afectan. El gobierno debe ocuparse de eso con eficacia.
El indicador más adecuado para medir la seguridad es el aumento de personas desplazadas. Los desplazados son un rasgo típico de las crisis contemporáneas, pero aun así después del desastre natural en el vecino país se han visto forzados a abandonar sus hogares y fuimos nosotros los primeros en brindar hospitalidad y apoyo.
Sin embargo, lo peor es que, por nuestra solidaridad como consecuencia de esos hechos nos increspan de forma muy ríspida una implacable campaña de descrédito en esferas internacionales que se agrava cada vez, sé, que al Estado dominicano algunas estrategias se le escapan de los dedos de la mano como arena en el agua.

