Con lo revelado por el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), de que desmanteló una banda ligada al cártel mexicano Los Zetas, dedicada al tráfico ilegal de personas hacia Estados Unidos, y los anuncios sobre frecuentes detenciones de fugitivos extranjeros, crece la preocupación de que República Dominicana se convierta en un paraíso de delincuentes y productiva franquicia del crimen internacional.
La banda desarticulada, que operaba con el auxilio de personal de la Dirección General de Migración, fungía como brazo local de una red internacional con capacidad operativa para sacar por el aeropuerto Las Américas a viajeros con documentos falsos hacia México desde donde eran guiados por vía terrestre hacia territorio estadounidense.
Llama la atención que al menos un oficial de Migración y una sargento de la Policía han sido acusados de complicidad con esa red internacional de trata de personas, que opera también en Centro y Suramérica, con ganancia de millones de dólares, al escoltar por la frontera mexicana a centenares de inmigrantes ilegales, muchos de los cuales son asesinados.
La conexión local de la banda de Los Zetas cobraba 15 mil dólares por las gestiones para trasladar con la provisión de documentos falsos a inmigrantes hacia Estados Unidos, lo que hace suponer que más personas, incluidos empleados públicos o personal policial y militar, colaboraban con esa organización delincuencial.
Organismos de seguridad han detectado en territorio dominicano operaciones de cárteles del narcotráfico originarios de Colombia y México, que introducen cargamentos de drogas para ser reexportados hacia Estados Unidos y Europa, así como bandas conexas que trafican con personas hacia el Viejo Continente y Suramérica, además de grupos de sicarios extranjeros contratados para asesinar o secuestrar.
Narcotráfico y tráfico humano, declarados por Naciones Unidas crímenes de lesa humanidad, constituyen las actividades principales de cárteles internacionales que han visto a República Dominicana como un lugar ideal para expandir sus actividades criminales, incluido la de lavado de dinero.
A ese preocupante cuadro de expansión del crimen se agrega la gran cantidad de delincuentes de todas partes del mundo que se refugian aquí, donde se asientan para continuar con sus actividades criminales, en la creencia de que no serán localizados por la Policía Internacional (Interpol).
A lo menos que se aspira, ante el riesgo de que el territorio dominicano se convierta en sede permanente de los más peligrosos cárteles criminales o de que se promueva como paraíso para delincuentes, es que Ministerio Publico, organismos de inteligencia y seguridad y la justicia aúnen esfuerzos para cerrar con candado de la prevención y la ley las puertas de la nación a ese vandalismo internacional.

