Balada del TLC
Un Tratado de Libre Comercio (TLC) consiste en un acuerdo comercial bilateral o plurilateral mediante el cual las partes se comprometen a eliminar obstáculos arancelarios y no arancelarios al intercambio comercial, pero, además, pasan a regular diversos temas que desbordan la esfera estrictamente comercial para abarcar aspectos económicos integrales.
Pero si un TLC se suscribe entre economías asimétricas (desiguales) podría alimentar un comercio injusto donde predomine la ley del más fuerte en función de las capacidades tecnológicas, productivas y financieras, pasando por las exclusiones en los canales internacionales de comercialización y perpetuando los desequilibrios entre las economías participantes.
La historia de la economía mundial pone en evidencia que los países con mayor desarrollo tecnológico y productivo han sido los abanderados del libre comercio y, en función de sus intereses económicos, han auspiciado su propagación y adopción indiscriminada por parte de los demás estados; pero, paradójicamente, sin renunciar a la implementación de prácticas proteccionistas.
El libre comercio expone una ideología sobre la forma de interpretar y regular las relaciones económicas, tanto en el plano nacional como en la esfera internacional. Se habla de un comercio internacional donde todos los países participen como iguales.
Pero las diferencias demográficas, geográficas, culturales y de desarrollo entre naciones han incidido en las relaciones internacionales, destacándose también las asimetrías económicas que definen distorsiones, contrastes o desigualdades en las actividades productivas, comerciales y financieras.
En las relaciones económicas internacionales contemporáneas las citadas diferencias suelen ser reconocidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) al demandar de los países desarrollados un trato especial y diferenciado en beneficio de los países en desarrollo cuando se trata de implementar regulaciones y normativas del comercio mundial invocando la simple reciprocidad en las transacciones comerciales.
¿Se deberían reforzar los proyectos regionales de acuerdos comerciales en lugar de privilegiar las negociaciones bilaterales bajo la forma de un TLC entre economías asimétricas o desiguales? La región latinoamericana y caribeña debería pensar en la suscripción de acuerdos comerciales regionales, en lugar de apostar a la concertación bilateral de países individuales con economías desarrolladas.
Sobre todo en momentos en que los países desarrollados están apostando a la concertación de mega-acuerdos comerciales al estilo del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) que podría ser el tratado comercial más grande de todos los tiempos al sumar 12 países liderados por Estados Unidos que concentran cerca del 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial y de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), el cual se está negociando entre la Unión Europea y Estados Unidos.
Pero una cosa es cierta: La proliferación de acuerdos comerciales a nivel bilateral o regional ha derivado en una superposición de mecanismos que articulan y a la vez distorsionan el comercio mundial al debilitarse el marco multilateral de la OMC.