Editorial

Primer espanto

Primer espanto

El escándalo suscitado por la pensión de 651 mil pesos mensuales asignada al anterior superintendente de Bancos, Hainvanjoe Ng Cortiñas, a cuyo disfrute declinó el hoy contralor general de la República, demuestra lo sensible que está la epidermis ciudadana ante la posibilidad de que se produzca un rebrote de privilegios y dispendio desde el litoral oficial.

Las redes sociales virtualmente se estremecieron al correr de voz en voz la noticia sobre el monto de esa pensión o jubilación, demostrativo de que el incendio mediático no fue inducido por  interés  alguno,  aunque hizo  sonar por primera vez  una alarma a la que  el Gobierno debería poner atención para evitar que llamas de la imprudencia arrasen con la empalizada ética que se intenta levantar.

Sólo  en Twitter se activaron más de 50 mil cuentas con más de 70 mil comentarios en torno al escándalo de la pensión,  sin dejar de resaltar que fue  tema del día en prácticamente  todas las tertulias  ciudadanas, por lo que se requiere que Gobierno y sociedad asimilen a plenitud tan aleccionadora experiencia.

En ningún modo se objeta la legalidad de  esa pensión ni el merecimiento de quien la recibe. Si algo se puede pedir es que se revisen esos estatutos a los fines de  adecuarlos al marco de una sociedad pobre, cuyo Gobierno está obligado a  multiplicar peces y panes para poder  combatir  inequidad social por vía de una justa redistribución del ingreso.

El licenciado Ng Cortiñas ha hecho bien en declinar   tan alto bono, aunque a él y a cualquier otro ciudadano le asiste el derecho al retiro digno, sin importar si llegó a ocupar un alto cargo en el Estado o si  entregó su vida en un campo cañero.

Lapidar a ese funcionario no ha sido la intención de una colectividad alarmada por  el suceso señalado, sino la de llamar la atención del presidente Danilo Medina sobre su promesa de que  encabezará un Gobierno ético, basado en la  austeridad, transparencia y moderación.

¿A dónde iría a parar el hasta  ahora bien ganado prestigio del Gobierno, si  funcionarios intentan reeditar las parrandas y desenfrenos  culinarios en  restaurantes y  zonas playeras a cuentas de tarjetas corporativas? ¿Cómo, entonces, decirle a la gente que se aprieten los cinturones?.

Con la declinación a  disfrutar de la escandalosa pensión que no tenía correspondencia con  sus años de trabajo  ni promedio salarial en la Administración Pública, el licenciado Ng Cortiñas ha remediado el mal momento, pero es menester que  el Gobierno descifre el mensaje  ciudadano con este primer espanto.

El Nacional

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