Entre los retos principales del Gobierno para el 2013 figura impedir a toda costa que República Dominicana termine por convertirse en gran puerto de trasbordo de drogas hacia Estados Unidos y Europa y evitar así que el narcotráfico se convierta en grave problema de seguridad nacional y factor principal de un deterioro mayor de la seguridad ciudadana.
A pocos días del anuncio del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) sobre el desmantelamiento de una banda internacional de narcotraficantes que operaba aquí, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) informó que incautó ayer mil 200 kilos de cocaína en alta mar, señal del propósito del narco de convertir la Hispaniola en gran almacén de cocaína.
El grupo de narcos apresados por el DNI introducía grandes cargamentos de drogas por las costas de la región Sur que luego exportaba a territorio continental a través de puertos y aeropuertos, por donde también lograba sacar unos 70 millones de dólares anuales, lo que ofrece una idea de la capacidad de esas bandas criminales de asentarse y consolidar complicidades.
El presidente de la DNCD, mayor general Rolando Rosado Mateo, dijo que la acción que condujo al decomiso frente a la costa de Pedernales del alijo de drogas es una muestra de la lucha que lleva a cabo el organismo que dirige, sin poder explicar las razones por las cuales esa agencia no participó en el operativo antidrogas que dirigió el DNI.
Cárteles que operan en Colombia y Venezuela insisten en convertir a República Dominicana en gran puerto de trasbordo de drogas, a pesar de que las trazas aéreas son vigiladas por una flotilla de aviones Tucanos y de que guardacostas de Estados Unidos han vuelto a patrullar el estrecho marítimo que une a Suramérica con el Caribe.
Por alguna razón, las drogas llegan a borbotones, principalmente por vía marítima, por lo que las autoridades deberían aunar esfuerzos mayores para blindar las zonas costeras y el espacio aéreo e impedir que el narcotráfico logre sentar raíces como árbol de guayacán en suelo nacional.
Preocupa saber que una parte de la droga importada se queda aquí para suplir un creciente mercado de consumo, que a su vez consolida el microtráfico y su secuela de desestabilización social, con el consiguiente auge de robos, atracos, asaltos y otras muchas formas de delincuencia y vandalismo.
Ante un cuadro tan desolador, se reclama del Gobierno y demás poderes públicos, incluir el combate al narcotráfico y las políticas de control al consumo y tráfico de drogas, en la agenda de prioridades para 2013, antes de que República Dominicana se convierta en paraíso o infierno del crimen internacional.

