Editorial

Que así sea

Que así sea

El estallido de la insurrección de Abril, del que hoy se cumplen 58 años, revalidó a la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, del 14 de junio de 1959, y al ajusticiamiento del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, el 30 de mayo de 1961, como episodios encaminados a conquistar la libertad y la democracia plena.

La gesta de la Raza Inmortal, conllevó a que un grupo de conjurados se propusiera la eliminación del tirano con el propósito de reemplazar su oprobioso régimen por un gobierno democrático, lo que pudo cumplirse con la juramentación del profesor Juan Bosch, electo presidente en elecciones libres y limpias del 27 de febrero de 1963.

Ese incipiente espacio democrático fue conculcado el 25 de septiembre de 1963 por remanentes políticos y económicos de la tiranía, intereses imperiales y por resabios de litorales anti trujillistas, un ominoso suceso que abrió de nuevo compuertas a la opresión, corrupción y nepotismo.

Siete meses al amparo de una constitución política liberal en pleno disfrute de libertades públicas y derechos ciudadanos fueron más que suficientes para que la mayoría del pueblo dominicano rechazara cualquier intento por retornar a los aciagos 32 años de satrapía.

Es en ese marco histórico y político cuando estalla la revuelta cívico militar en reclamo del retorno a la constitucionalidad, el 24 de abril de 1965, previo a lo cual un grupo de jóvenes oficiales depuso al gobierno despótico del Triunvirato, en el entendido de que no habría objeción para reponer la Carta Magna de 1963.

Como ha sido constante en la historia dominicana, incomprensión, división y sectarismo fragmentaron el propósito inicial de desplazar al gobierno ilegitimo y reponer al gobierno democrático elegido en las urnas, lo que provocó una guerra intestina con saldo de miles de muertos y heridos.

No debería olvidarse que la Revolución de Abril fue un estallido bélico que tenía por objetivo restablecer la democracia política y la vigencia de las libertades públicas, sin menoscabo al argumento histórico de quienes combatieron contra el lado constitucionalista, de que también procuraban instalar un gobierno democrático.

A casi seis décadas de tan doloroso, pero glorioso evento histórico, cuyo predecible triunfo fue impedido por la segunda intervención militar de Estados Unidos, queda claro que l gran mayoría del pueblo dominicano y de sus elites políticas, aún creen en el compromiso de los héroes y mártires de Abril, de luchar denodadamente por la consolidación democrática, las libertades públicas, la justicia y la equidad social. Que así sea siempre.

El Nacional

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