Editorial

Quejas

Quejas

Con el reclamo a sus funcionarios de apretarse  los cinturones, el presidente Danilo Medina ha enviado al Congreso el Proyecto de Presupuesto General del Estado del 2013, por un monto de 530 mil 846 millones de pesos, que incluye  el 4% para la educación y mil 050 millones de dólares para  el sector eléctrico.

Por los lamentos y reclamos de poderes públicos e instituciones del Poder Ejecutivo, se deduce que los panes y los peces que se atisban en  ese proyecto no alcanzan para  satisfacer  expectativas aun definidas como moderadas, al punto que el propio mandatario se  sitúa entre los afectados por  reducciones de partidas.

La Suprema Corte de Justicia (SCJ), el Tribunal Constitucional (TC) y la Junta Central Electoral (JCE) han puesto el grito al cielo por  las bajas asignaciones y advertido que no podrían ejecutar programas básicos de  sustento y fortalecimiento de  sus respectivas  instituciones y  hasta en algunos casos  se advierte  sobre despidos masivos.

El caso más emblemático ha sido el desconsuelo que la prensa atribuye a la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, a quien una foto de primera página la presenta con rostro lloroso antes de advertir que  el programa Progresando, que impulsó como Primera Dama, posiblemente  no podrá seguir funcionando por recortes presupuestarios.

Esa iniciativa procuraría que centenares de miles de familias, que reciben transferencias presupuestarias para la subsistencia puedan insertarse en el  ámbito productivo y mejorar calidad de vida a través de la  capacitación y emprendurismo, lo que serviría de contrapeso al programa Solidaridad, que representó este año inversiones por unos once mil millones de pesos.

Lo prudente sería que  el mandatario y la vicepresidenta acuerden  fórmulas  para que  ese proyecto cónsono con la promesa de  mejorar la calidad de gasto y redistribuir el ingreso en base a los principios de equidad y justicia, sobreviva a las limitaciones presupuestarias, aunque  para todo lo demás debería prevalecer el criterio de que  cada cual se  cubra hasta donde alcance la sábana.

Se ha dicho que  el Gobierno  tendría como meta reducir el gasto en unos 91 mil millones de pesos, equivalente a  casi un 4% del Producto Interno Bruto (PIB), aspiración  ambiciosa que requeriría  de un sacrificio mayor al  clamor presidencial de apretarse los cinturones, más aun si se toma en cuenta el difícil entorno económico internacional.

A la economía dominicana no le queda de otra que transitar el camino de la  austeridad o frugalidad sin  incurrir en exageraciones que contraigan aún más sus reducidas perspectivas de crecimiento y expansión. Ojalá que, como ha sido  diseñado, el Presupuesto General del Estado sea de verdad un instrumento de desarrollo  y  que Dios confiera sabiduría al presidente Medina para que pueda repartir  con justicia y equidad los peces y los panes.

El Nacional

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