Cuidar a Vincho
La renuncia de los cargos que tenían en el gobierno los dirigentes de la Fuerza Nacional Progresista (FNP) creó la oportunidad que algunos esperaban para incrementar sus ataques contra el doctor Marino Vinicio Castillo R. (Vincho), líder de esa agrupación política. Él es el blanco de las críticas más severas.
A los enemigos de don Vincho no les importa la honestidad, celo, responsabilidad, eficiencia y eficacia que despliega en cada una de sus funciones pública. Tampoco tiene importancia para ellos la probada integridad con que se maneja en su vida privada y pública. Ni que esas cualidades se extienden también al doctor Pelegrín Castillo Semán, que dimitió del Ministerio de Energía y Minas; o al doctor José Taveras, quien renunció de la Dirección General de Migración, ni al doctor Vinicio Castillo Semán, que continúa como diputado, ni a los demás hijos y compañeros de la FNP. La idea clara es satanizarlo para descalificarlo política y socialmente.
Pero de lo que no se dan cuenta los detractores de don Vincho es que él tiene una vida que ha sido dedicada al combate político y al servicio sin máculas a favor de la República Dominicana. Prueba de ello es que en los últimos cincuenta años, don Vincho nunca ha estado ausente en ninguna lucha de importancia para el fortalecimiento institucional. Va de frente y da la cara. Nunca se transa con los desaprensivos, aunque acumulen todo el poder del mundo. Asume posiciones con responsabilidad. Jamás pretende, como las vedettes de nuestra vida social y política, nadar y guardar la ropa. Nadie lo puede comprar, porque no se vende; nadie lo puede intimidar, porque no tiene miedo y le sobra coraje para defender las causas que asume y las ideas que predica. Esas ideas políticas pueden ser del agrado o no de algunos, pero son sus ideas. En una sociedad democrática se debe respetar la pluralidad de ideas, aunque se confronten.
Nadie en nuestro país ha peleado más ni mejor que don Vincho contra el crimen organizado y sus perversas secuelas. En las últimas décadas se ha convertido en un centinela y en un enemigo irreconciliable frente al narcotráfico nacional e internacional. Sus vaticinios sobre esa peste los estamos sufriendo por desoírlo olímpicamente.
En su larga vida y accionar, don Vincho pudo cometer errores como todo ser humano, pero siempre ha actuado inspirado en el bien común, en lo que conviene a la colectividad. Y el inconmensurable José Martí nos enseñó que “Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”
Sabemos que algunos tienen interés en demoler reputaciones. Eso es peligroso. Las sociedades necesitan creer en sus dirigentes. Más cuando están probados, y su trayectoria es limpia. Don Vincho es un paradigma de hombre público que debemos cuidar como la niña de nuestros ojos.