Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Subconsciente de Almagro

 

El secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), señor Luis Almagro, se metió en un berenjenal con sus declaraciones sobre la isla que ocupan la República Dominicana y Haití. Sobre todo porque lo dijo en la poderosísima cadena internacional de noticias CNN. El mundo entero se enteró de sus palabras. Y hasta las revistas, periódicos y publicaciones de más divulgación en esta era de la globalización se hicieron eco de su intención. Evidentemente, Almagro fue atrevido e imprudente en la formulación pública de su pensamiento.

Según se ha informado, el señor Almagro afirmó que el territorio que ocupan, del lado Este, el pueblo de Juan Pablo Duarte y, del lado Oeste, el pueblo de Tousseint Louverture “Es una isla, y cuando es una isla no hay dos países, hay un solo país, aunque sea una isla grande como Australia”.

El señor Almagro señaló en su cuenta de twitter que no dijo lo que dijo; que lo malinterpretaron y lo tergiversaron. Aparece también la aclaración de que en sus palabras intercaló el adverbio “generalmente”, o sea, que matizó la idea al decir que en una isla generalmente no hay dos países.

Si se tratara de otro tema o en una coyuntura menos tensa con la situación de los dominicanos y los haitianos, esas aclaraciones que hizo el señor Almagro sobre sus declaraciones fueran suficientes para acogerlas como una retractación. Y ahí terminaría el problema. Pero los ánimos de los dos países que comparten esta isla, y el espíritu de los nacionalistas, están caldeados, y se ve enemigos hasta donde no los hay.

Viene bien aclarar aquí que los seres humanos tienen derecho a la libertad de expresión y difusión de su pensamiento. Solo están limitados por cuestiones de respeto a la honra ajena, las buenas costumbres y su propio sentido de prudencia. Es un principio de derecho fundamental que está consagrado en todas las constituciones del mundo moderno. El artículo 49 de nuestra Carta Magna lo contempla. Y ese inalienable derecho hay que respetarlo. Lo que no impide que se responda como se debe en cada ocasión. Y el Gobierno, el Cardenal y diversos sectores fijaron sus posiciones al respecto.

Ahora bien, se sabe que hay un plan internacional, paciente y meticulosamente trazado, que busca unificar la isla. Es decir, hacer que los dominicanos carguen con las desgracias de los haitianos. En eso se emplean a fondo Estado Unidos de América, Canadá y Francia. Desean que nosotros hagamos lo que ellos no hacen frente a Haití. Esa es la verdad monda y lironda.

Ciertamente, así es. Y el señor Almagro, como secretario de la infeliz OEA obedece órdenes. Seguro que calculó los riesgos de sus declaraciones y creyó que ganaba más con su idea difundida en el mundo que con las pérdidas por la reacción de nuestro país. Pero lo engañó el subconsciente, no la ignorancia, porque olvidó que este pueblo de Duarte, Luperón y Caamaño defiende su identidad y su integridad como la niña de los ojos.

El Nacional

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