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QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Plan justicia 20-24.-

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Para los que se confunden pensando que el autor de esta columna es un iluso al afirmar que el sistema jurídico dominicano es uno de los mejores del mundo, es bueno recordarles que una cosa es el sistema y otra, muy diferente, es la práctica o ejecución de ese sistema. Nuestro sistema jurídico es muy bueno, pero su práctica es muy mala. Es como una fértil tierra, si se siembra como debe ser, dará los frutos deseados; pero si se siembra mal o no se siembra nada, ella va a producir como quiera, aunque sean frutos raquíticos, indeseados o mala hierba.

Ahora bien, nuestro sistema jurídico no es el producto directo de la voluntad de nuestros gobernantes. Nada de eso. Los factores reales de poder que interactúan en este país, o sea, los partidos políticos, la iglesia, las fuerzas armadas, la sociedad civil, los trabajadores, los campesinos, los chiriperos, los estudiantes, en su mayoría, carecen de los tipos de conciencia que son necesarios para exigir que el sistema jurídico funcione. Ya mencionamos esos tipos de conciencia.

Son los poderes externos quienes nos han impuesto el sistema jurídico que tenemos. Y ellos son el coloso del Norte, la Unión Europea y China, que entra en la escena geopolítica; los organismos internaciones, como la ONU, la OEA, el FMI, el BM, el BID, las múltiples ONGs internacionales, emporios transnacionales y demás flores aromáticas. Ellos vigilan que los intereses que defienden sean protegidos jurídicamente en nuestro territorio. Imponen las constituciones y las legislaciones que les convienen.

Pero como la ley es igual para todos, conforme al principio sustantivo, consagrado en el artículo 40.15 de la Constitución, esas normas también tienen vocación para beneficiar a los dominicanos.

La seguridad jurídica de que disfrutan los intereses ya señalados crea una sombrilla que podría alcanzar a toda la sociedad. Basta con que tengamos en el Poder Judicial los actores necesarios para hacer que los principios, como la igualdad y la dignidad humana, se cumplan cabalmente. Y no se requieren de nuevas leyes, ni de reformas constitucionales. Solo necesitamos que se cumpla el sistema jurídico que tenemos actualmente.

Sabemos que, al principio, cuando se aplique con igualdad el sistema jurídico para todos los dominicanos, con la eficiencia y eficacia con que se aplica para los poderosos nacionales y extranjeros que sabemos, muchos hipócritas, cínicos y simuladores pegarán el grito al cielo. Se rasgarán las vestiduras.

Pero terminarán calmándose y aceptando que su cuento de la igualdad de todos ante la ley se ha hecho realidad.

Y si el magistrado Luis Henry Molina, Justicia 20-24, se propone hacer funcionar el sistema jurídico como debe ser, gozará de un amplio apoyo.

El Nacional

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