Editorial

  Rafael Eduardo

  Rafael Eduardo

Ningún conglomerado merece poseer la condición de sociedad  civilizada si  el secuestro y asesinato de un niño  no llega a estremecerlo, como ha debido ocurrir al conocerse la tragedia del menor Rafael Eduardo, de cuatro años, desaparecido de  su hogar hace 13 días y cuyo cadáver fue encontrado a orillas del río Ozama con signos de violencia y tortura.

Tan desgarradora ha sido  esta historia que  difícil ha sido para la madre del infante poder aceptar las evidencias de que  el cuerpecito encontrado corresponde al de  su vástago, raptado mientras jugaba en un área de estacionamiento del sector Invivienda, Santo Domingo Este.

Ministerio Público y Policía han conferido la mayor trascendencia a las investigaciones sobre  ese caso, al punto de que  el jefe de la Policía ha visitado  a la  atribulada familia de  Rafael Eduardo y prometido esclarecer  el caso.

Las autoridades  arrestaron un vecino del hogar donde residía el niño, a quien  acusan de  cometer  el secuestro y posterior asesinato, pero el abogado del imputado  alega que la Fiscalía carece de elementos probatorios para sustentar esa acusación, que dice está basada en  respuestas contradictorias que  ofreció  durante los interrogatorios que le formularon.

Es mucho lo que  falta en términos de investigación criminal y forense para poder esclarecer  de manera definitiva tan horrendo caso, desde el hecho mismo de determinar por vía de pruebas de ADN, si el cadáver encontrado corresponde  al niño asesinado.

El jefe de la Policía, mayor general José Armando Polanco Gómez, había revelado  que varios familiares cercanos y vecinos del niño serian investigados  para determinar posible participación en  el secuestro y muerte de  Rafael Eduardo. También confirmó la existencia de un vídeo  en el que  se ve a dos hombres  con un niño parecido al infante  montado  entre ellos sobre una motocicleta.

Desgarra el alma sólo  pensar el  sufrimiento que padeció ese niño de cuatro años, raptado, golpeado y  asfixiado por  auténticas bestias que no pararon mientes en  que el objeto de su  crimen era una criatura de cuatro años.

Fiscalía y Policía están severamente comprometidas  a esclarecer  este horrendo caso  que consterna a la sociedad dominicana y  recabar pruebas fehacientes  que permitan someter  a los tribunales  a los asesinos a quienes  se desea con todo fervor que se pudran en la cárcel.

El Nacional

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