Desde el día en que envió a juicio a implicados en la red de lavados de activos ligados al narco José David Figueroa Agosto, la jueza Claribel Nivar Arias ha sufrido trágicas y extrañas coincidencias, como el asesinato de su hermano, la muerte a balazos de su custodia, heridas de armas blancas inferidas a otro hermano durante un asalto y el robo con escalamiento a su residencia en San Cristóbal, donde los ladrones violaron a la trabajadora de servicio. Ha sido tan continuo el acoso al entorno familiar de esa magistrada del Segundo Juzgado de Instrucción, que la Suprema Corte de Justicia dispuso mudar su hogar desde el sector Madre Vieja a un apartamento en Santo Domingo, a los fines de evitar que una de esas casualidades resulte en un atentado contra su integridad física.
En una primera ocasión, un sujeto armado penetró a la residencia de la magistrada que dormía en el inmueble donde violó a la doméstica y robó pertenencias, sin que las autoridades hayan podido identificar a ese individuo que escaló a sabiendas de que en él residía la jueza.
Poco después, desconocidos asesinaron a balazos a Rafael Leonidas Nivar Arias, dentro de su vehículo, en el sector Sainaguá, sin que tampoco se sepa la identidad de los victimarios ni las razones del crimen. El dato relevante ha sido que el joven asesinado era hermano de la jueza Nivar Arias. Por otra coincidencia, el encargado de seguridad de la residencia de Nivar Arias fue baleado en un confuso suceso y días después murió a causa de las heridas, un hecho conectado con el drama que padece una jueza que cada día cumple con su deber de evaluar conforme a los hechos y al derecho las evidencias presentadas por el Ministerio Público contra justiciables.
La más reciente casualidad ha sido el atraco perpetrado por antisociales contra Rafael Darío Nivar Arias, otro hermano de la atribulada jueza, en el barrio Jeringa, de San Cristóbal, quien sufrió dos heridas de armas blancas en el costado izquierdo. Uno de los agresores reclamaba a su cómplice inferirle a la víctima ya herida en el suelo una estocada en el corazón. Llama la atención que gente innominada hayan promovido censura pública contra el presidente de la Suprema Corte, doctor Jorge Subero Isa, por haber dispuesto que la acosada juez sea alojada en un inmueble que tendría aun la calidad de cuerpo de delito, como si ese prurito jurídico tuviera mayor relevancia que la de preservarle la vida. Es obligación de las autoridades esclarecer cada una de las raras coincidencias de asesinato, robo, asalto y violación ocurridas en el entorno familiar de la magistrada Claribel Nivar Arias, a los fines de establecer si -como se sospecha- tales hechos procuran amedrentar o tienen propósitos relativos contra esa servidora de la justicia. Hay que prevenir otra trágica casualidad.

