Editorial

Reflexión

Reflexión

En víspera de unas elecciones, no importa que solo sean en el nivel municipal, la celebración mañana martes del Día de Nuestra Señora de la Altagracia es una buena ocasión para reflexionar sobre los compromisos que cada ciudadano tiene no solo consigo, sino con sus respectivas comunidades.

Esa reflexión no impide que la gente clame la bendición de la madre protectora y espiritual frente a cualquier percance para emprender algún proyecto.

Como cristiano el dominicano, por tradición, venera sus símbolos religiosos. Se desplaza al santuario de la basílica de Higüey para cumplir cualquier promesa o implorarle que simplemente lo ilumine para encontrar la solución de cualquier problema, sea de salud, económico o familiar. Puede decirse que desde tiempos inmemoriales la virgen de La Altagracia ha sido un gran soporte espiritual de sus siervos nacionales en todas las circunstancias.

Hoy los dominicanos están a la puerta de unas elecciones para elegir alcaldes, directores municipales, regidores y otros funcionarios municipales.

Los inconvenientes que ha supuesto la celebración de los comicios se resuelven sobre la marcha, lo que no significa que todavía queden obstáculos que remover. Pero si bien es cierto que el camino debe despejarse para que el ejercicio del sufragio sea libre, seguro y transparente, también es necesario que el votante tenga conciencia sobre su responsabilidad.

Las autoridades tienen que garantizar que los resultados de las urnas reflejen la voluntad popular. Con ese propósito no deben reparar en costos ni obstáculos. Pero el votante debe obedecer única y exclusivamente a su conciencia a la hora de sufragar. Es inaceptable que un picapollo o 500 pesos incidan en un acto que debe ser espontáneo.

De esa manera la gente se hace corresponsable de las consecuencias y ese sufrimiento por el que en fechas tan simbólicas como el Día de la Altagracia sale a buscar ayuda.

Las elecciones para remover las autoridades no tienen por qué ser tan traumáticas y costosas. La demanda de transparencia constituye una constante en cada proceso. La celebración del Día de la Altagracia es una ocasión propicia para pensar tanto en la solución de problemas propios, clamar para que se despejen los caminos, como en la superación de los males que impiden la anhelada prosperidad y el bienestar de la familia.

El Nacional

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