Opinión

¿René versus René?

¿René versus René?

Conocí a René Fortunato cuando quiso filmar un video sobre Frank Almánzar, llamado Memorias de un Artista, algo que siempre le agradezco porque a tanto tiempo de su partida es posible ver y escuchar a Frank y esperar que nos lo encontraremos en su espacio vital: El Conde, o transitando por la calle Las Damas.

René me impresionó como un hombre tenaz, trabajador y modesto, por eso no entiendo el debate que se ha armado con los créditos del poema de René del Risco: Una Primavera para el Mundo. Según me informa Miguel De Mena lo único que quieren sus hijos es que acredite el poema a su padre, en el libro que ha publicado René sobre la Revolución de Abril, y una excusa por no haberles contactado ni siquiera para la puesta en circulación.
Es eso mucho pedir?.
Qué sentido tiene el regateo, el decir: discúlpenme en medio de tanto trabajo se me pasó, entre otras excusas que sirven siempre para preservar la armonía?.
La primera vez que se grabó Hiéreme Otra Vez, de Juan Antonio Vicioso, alias Tony, (un artista completo que falleció un cinco de agosto del 1955, en un accidente de aviación, a quien solo Pedritín Delgado Malagón ha hecho justicia, en el álbum del bolero, bajo el titulo de AVIS RARA de los precursores del bolero nacional), no se mencionó el autor, algo que remedie de inmediato con Troncoso, el autor de la iniciativa. No se mencionó, pero mi padre resucitó en esa interpretación de Maridalia, que luego Luchy Vicioso dimensionó a lo sublime, y fue extremadamente fácil y amoroso resolver el olvido momentáneo.
Porque, qué es lo que nos queda a quienes hemos perdido a nuestro padre a muy temprana edad?.
Su memoria, y si es un escritor, sus poemas, sus ensayos, sus canciones. En esa memoria buscamos lo que nos dejó de decir, las claves de su felicidad o tristeza, sus esperanzas o desilusiones. Y eso nadie puede regatearlo, por un problema de terquedad, o supuestas coautorías.
Busco a mi padre siempre, lo invoco siempre, y no ha habido una fecha importante donde no se haga presente, a través del reencuentro con un viejo amigo, del comentario de un familiar, de alguna frase. Se entonces que me habla a través de los otros y me siento tan feliz, tan en éxtasis, que su muerte pasa a ser algo anecdótico, un recorte de prensa, un luto largamente llevado por mi madre a quien no pude nunca convencer de que él no se había ido.

Entonces, Fortunato, escribe la página e insértala en el libro, y apacigua el dolor de una orfandad que clama, de eso se trata.

El Nacional

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