Haití está decidido a remover aire, mar y tierra para detener, con las acusaciones más burdas, las repatriaciones de sus nacionales que residen de manera ilegal en República Dominicana.

Sin mostrar una sola prueba las autoridades haitianas se empecinan en calificar de brutales y racistas las deportaciones de sus nacionales, como una manera de captar el interés de la comunidad internacional.

Antes que sentarse a dialogar sobre las masivas repatriaciones que se ejecutan en el país, las autoridades haitianas optan por la calumnia contra el Gobierno dominicano.

Aunque no tuvo éxito en la sesión de la OEA, que se reunió de manera extraordinaria para abordar las repatriaciones, Haití alega ahora que con las repatriaciones se viola un convenio suscrito entre las dos naciones en 1999.

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Resulta hasta irónico que un país que construyó un canal en forma unilateral sobre el río Masacre, obviando un acuerdo entre las dos naciones, alegue con las repatriaciones se irrespetan acuerdos bilaterales, que por demás también es incierto.

Por el camino de la infamia el primer ministro Garry Conille, la canciller Dominique Dupuy y las demás autoridades haitianas no van a lograr que República Dominicana ni siquiera pause la protección de su territorio a través de unas repatriaciones que forman parte de su derecho soberano. ¿O acaso Estados Unidos no repatria también, incluso con brutal violencia, a los haitianos y otros migrantes que ingresan de manera ilegal a su territorio?