A inquietudes diplomáticas
¿Cuál es el rol actual de la opinión pública en la política exterior del Estado, en regímenes democráticos?
La opinión pública, en regímenes democráticos contemporáneos, se desarrolla en un entorno comunicacional interdependiente, donde los medios de comunicación, redes sociales, e información digital, responsablemente manejados, determinan, en gran medida, la imagen y credibilidad de los Estados. Dimanante de ello, surge la denominada diplomacia pública, que será tratada subsecuentemente en esta misma columna.
Actualmente, por “opinión pública” se debe entender, el juicio que tienen los ciudadanos acerca de los diferentes temas de naturaleza interna y externa que impactan en la vida cotidiana de las personas.
Así entendida, la opinión pública refleja el sentir colectivo sobre temas relevantes y, consecuentemente, ha de desempeñar un papel crucial en la toma de decisiones políticas por las autoridades de Estados democráticos.
Dado que el fin último de toda política pública, consiste en mejorar las condiciones de vida de la sociedad, la voz del pueblo debe ser tenida en cuenta por los gobernantes para definir las decisiones en los diversos ámbitos de la vida nacional (Schiavon).
Uno de dichos ámbitos es la política exterior, cuyo instrumento de ejecución, es la Diplomacia (como método).
Esto es así porque en los Estados democráticos los ciudadanos pueden ejercer una creciente incidencia (e incluso presión) sobre el ejercicio formal del poder, especialmente en determinados ámbitos, entre ellos los asuntos internacionales. Por otra parte, es obvio que una opinión pública “ilustrada y convencida” concede consistencia a la acción exterior del Estado y fortalece consecuentemente su capacidad diplomática, a lo que contribuye, evidentemente, la actual “era del conocimiento y de la información global”.
No obstante, como sostiene Plantey: “Un gobierno que espere recibir directrices e instrucciones de la opinión pública ya no tendrá libertad para fijar sus objetivos y estrategias, como corresponde”.
Asimismo, Plantey constata que, si bien antiguamente la conducta de quienes ejercían el poder político a menudo estaba dictada por consideraciones personales, actualmente es recomendable que esté acompañada de una preocupación constante por la comunicación con la población. A lo que añade: “Por supuesto no debe haber contradicción entre lo dicho y los hechos, sino más bien fidelidad a los principios que se proclaman”.
Partiendo de que “el conocimiento es uno de los elementos del poder”, una de las primeras obligaciones de los responsables de los Estados, en tales asuntos, consiste en contar con mecanismos eficientes tanto para informarse como para poder informar oportuna y adecuadamente.
Cabe resaltar , finalmente, que en décadas recientes se ha implementado, y desarrollado, una modalidad de ejecución de la Diplomacia convencional, denominada “Diplomacia pública”, que siendo manejada profesionalmente (contando con los correspondientes sólidos conocimientos en la misma), mediante ella, los Estados ejercitan metódicamente estrategias para informar e “influenciar”, a las audiencias extranjeras (opinión pública), y también a las propias , a fin de crear “mayor confianza y empatía” a su favor, lo que resulta imprescindible para obtener, entre otros esenciales asuntos, fundamentales objetivos de la política exterior del Estado.
Por: Manuel Morales Lama
manuelmoraleslama@gmail.com