Editorial

Ropa militar

Ropa militar

Son muchos los atracos, asaltos, secuestros y asesinatos  por encargo que perpetran individuos  vestidos de ropa militar con insignias incluidas, que se adquiere por la libre por gente que las autoridades están compelidas a identificar  antes de que una aturdida población le resulte imposible  determinar si un uniformado es  soldado o delincuente.

Aunque propietarios de tiendas que ofertan armas, accesorios y pertrechos militares niegan que provean a antisociales  de este tipo de ropa y de equipos reservados sólo a miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía,  es evidente que personal civil tiene  acceso a gorras, chalecos, botas, armas y distintivos castrenses.

Se sabe que esos negocios venden también rifles, escopetas, cartuchos, ropas de cacerías y señuelos, así como artefactos de defensa personal, como el gas pimienta usado por mujeres para neutralizar a posibles agresores.

Lo que preocupa es la venta clandestina  de uniformes militares, pertrechos y  armas que utilizan traficantes y atracadores, que además disponen de  armamentos sofisticados de uso exclusivo de personal militar.

¿Cómo consiguen esos clanes delincuenciales  esos pertrechos? ¿Acaso los ministerios de las Fuerzas Armas e Interior y Policía carecen de controles adecuados o efectivos para evitar  que esos equipos y armas  sean adquiridos y  usados por delincuentes?

Falta también  saber si en la Policía Nacional hay  algún boquete por donde  grupos de vándalos obtienen ropa y armas para  cometer  fechorías como si fueran agentes de esa institución o de los institutos castrenses.

Se requiere con urgencia  un corte definitivo del suministro de esos pertrechos a civiles delincuentes, no importa si  el canal usado para obtenerlos son las tiendas  de ropas y accesorios militares o si  la vía se conecta con  focos de corrupción en  el ámbito militar o policial.

Es claro que bajo ningún estado de causa se debe permitir que  delincuentes se vistan de militares o policías para cometer fechorías ni que  miembros de esas instituciones  actúen como delincuentes. La sociedad no soporta tanto.

El Nacional

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