La crisis sanitaria, económica y fiscal que padece el país no admite distracción por decoración de una oficina del Palacio Nacional ni estériles discusiones entre legisladores, ministros y asistentes presidenciales, porque lo que aconseja la gravedad de la situación es centrar atención en identificar soluciones y no en prefabricar problemas.
El dedo índice del presidente Luis Abinader apunta hacia un escenario matizado por consenso político y consulta con los diversos sectores de la sociedad sobre la pertinencia de iniciativas o propuestas relacionadas con impuestos y Presupuesto. Ahí es donde deben estar y no en otra parte.
Son muchos y agobiantes los retos o desafíos que afronta la República a causa de una pandemia aun no contenida, con muy alto riesgo de rebrote, que ha causado más de dos mil muertos, más cien mil contagios, además de virtualmente quebrar la economía dominicana.
Ojalá que los problemas nacionales se limitaran a mejorar el confort de una oficina pública o que funcionarios y legisladores del mismo partido se enfrasquen en dimes y diretes, pero ese indeseable circo nada tiene que ver con el déficit fiscal ni con el fatídico incremento del endeudamiento externo.
El presidente Abinader expuso sus dotes de estadista para contener el oleaje de indignación ciudadana por las propuestas de impuestos inserta en el proyecto de Presupuesto General del Estado de 2021, al prometer que esos tributos serían desechados o sustituidos por otras fuentes fiscales.
Al Congreso le corresponde hacer provecho de las promesas presidenciales de que todas las alternativas de financiamiento de la Ley de Gastos y Estimado de Ingreso 2021, serán revisadas y consensuadas con los diversos sectores de la sociedad, en el entendido de que la clase media no puede ser el cirineo del Presupuesto.
Gobierno y Congreso tienen pendientes también conducir los procesos de escogencia de los miembros de la Junta Central Electoral (JCE) y de convocar al Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) para renovar las altas cortes, lo que constituye motivo de tensión política.
Es por eso que se reclama a funcionarios y legisladores que dejen de jugar “Nintendopolítico”, en las redes sociales y centren tiempo y atención en las responsabilidades que el Presidente y los electores han colocado sobre sus hombros. La crisis que la nación enfrenta hoy es un drama real, no virtual.

