José Rafael Sosa
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La arquitectura sigue siendo el arte de creación de espacios para la vida.
Pero, en oportunidades, como en el caso de lo que ocurre en el área del final de la calle Isabel la Católica y José Parra Alba (en las inmediaciones de la Iglesia de Santa Bárbara) parece existir una zona de arquitectura rechazada.
Se encuentra allí el límite del proyecto de remodelación de la zona, lo que deja un contraste lamentable.
Quienes recorren la Isabel la Católica y llegan hasta la Iglesia en la que fue bautizado Juan Pablo Duarte y Díez, se llevan una desagradable impresión con el lenguaje arquitectónico. Es terrible.
Un conjunto de edificios del barroco y neoclásico tardío tanto en la continuación de la Isabel la Católica como en la calle con que forma “pantalón”, la Juan Parra Alba, ofrecen un panorama de olvido, falta de mantenimiento y desatención, que debería llamar la atención tanto del Ayuntamiento del Distrito Nacional como de quienes desarrollan los trabajos de remodelación a partir del proyecto que le auspicia, con 30 millones de dólares, el Banco Interamericano de Desarrollo, al Ministerio de Turismo.
Omar Rancier
El arquitecto Omar Rancier, profesor universitario de arquitectura, dijo que el edificio de Balbino Fernández en la cuesta de San Francisco y que está en la Guía de Santo Domingo (Pág.176) y el conjunto de esquina, con la edificación de un solo nivel y balaustradas en el antepecho, una tipología muy bella y muy rara, con piezas muy importantes, deben ser rescatados.
Indica que ambas corresponden a los primeros edificios construidos en hormigón armado a principios de siglo xx y son la expresión de la burguesía comercial que se instala en Santa Bárbara por su relación con el puerto.
“Estos edificios son eclécticos- mezclan varios estilos- corresponden al periodo que identificamos como Republicano y solo están en muy mal estado por lo que deben conservarse, consolidarse o ponerlos de nuevo en valor. No son absolutamente “arquitectura desechable” solo al edificio limoncillo de tres niveles con balcones blancos le cabria ese término”, explica el catedrático y funcionario de CONAU.
¿Límites?
Parece un tema de jurisdicción y límites del proyecto, que describe claramente hasta donde tiene efectividad. La zona adyacente cuando la Isabel la Católica deriva hacia la parte baja del puente Matías Ramón Mella, a pesar de la existencia de piezas monumentales-residenciales de mucho valor en sí mismos, no está incluida porque hasta algún punto debían establecer los trabajos en base al presupuesto del proyecto.
Entonces hay que mirar hacia el Ayuntamiento del Distrito Nacional (Alcaldía como se llama ahora), para apuntar a una acción planificada para poner en valor esos edificios, preservar sus características y lograr que sirvan de continuidad de la belleza de la zona. El Ayuntamiento, que desarrolla en la zona un interesante y desconocido programa de recolección de residuos sólidos procurando la primera experiencia urbana de reciclaje, puede tener un papel importante si coordina con los restauradores que auspician el BID y el Ministerio de Turismo.
Lo que es urgente es poner en agenda qué se hará con esos edificios y el estado de abandono lamentable en que se encuentran.
Turismo
El ministro de Turismo, Francisco Javier García, ha dejado claro que que el financiamiento del BID implica una contrapartida local de 1,5 millones por parte del Gobierno.
Lo que implica el proyecto, para su área de influencia, es la restauración de espacios públicos y readecuación de la oferta histórica y cultural, contempla la arborización, la eliminación del desordenado cableado aéreo, mejoramiento de la limpieza y reorganización del comercio informal en la zona colonial con sus sus 70 sectores.
Ese proyecto, cuya tardanza en sus trabajos ha generado presiones y quejas de residentes y comerciantes de la zona, una vez que termine, indica la oficina ejecutora, dejará satisfecho a todo el mundo.
Visitar la zona
El encanto y ensueño que genera la zona colonial, cuyo nombre con exactitud es “Ciudad Colonial”, se desprende primero de su historia, al ser la primera urbe creada por los colonizadores españoles en el lo que llaman Nuevo Mundo y que en realidad eran tierras en las que vivía tranquilamente una civilización indígena de muchos años y con una trayectoria cultural interrumpida a golpe y fuego por la empresa conquistadora. Hoy día, la zona colonial es una marca distintiva de la ciudad de Santo Domingo y su principal atractivo turístico. El turista que viene a Santo Domingo y no recorrió la zona colonial, se puede decir que no pasó por la capital de la República Dominicana. Si llega desde destinos tradicionales (como Punta Cana, La Romana, Puerto Plata, Higüey), los tour operadores se ocupan de llevarles a la zona.