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Satrapía y democracia

Satrapía y  democracia

Alberto Quezada

Una de las tareas pendientes que tiene la comunidad intelectual es analizar fuera de toda pasión política e ideológica las luces y las sombras de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y la etapa democrática a partir de 1966.
No es correcto que el sistema educativo y la colectividad intelectual continúen contando hasta el día de hoy la historia de estos dos procesos políticos de forma mutilada, acomodada y fuera en ocasiones del rigor científico que demanda la ciencia.

Es inaceptable que en pleno siglo XXI las generaciones presentes sólo tengan acceso al relato interesado de una parte la historia en donde sólo se nos presente a la Era de Trujillo como un periodo de nuestra historia lleno de oprobio, borrasca, sangre, corrupción, pillaje, excesos que nos sumió en el atraso político, institucional y social.

Es hora de que se diga la verdad completa y se abra una discusión franca y abierta que revele de manera desapasionada todos aportes institucionales y materiales de cada uno de los proceso políticos arriba mencionados.
Por ejemplo, quiero escuchar que esa satrapía trujillista que gravitó por 30 años en la sociedad dominicana nos dio independencia financiera, definió un tratado fronterizo, pagó la deuda externa, creó una moneda nacional y el primer Banco Central.

También se redactaron los códigos de salud, trabajo, educativo, servicio exterior, entre otros logros.
Asimismo, deseo escuchar de labios de ese pensamiento social tradicional el relato decepcionante de que esta democracia ejemplar de más de 60 años no ha podido erradicar el analfabetismo, reducir la pobreza por debajo de dos dígitos, así como sacar lacorrupción de la administración pública.

De igual manera, poner en blanco y negro por qué en pleno siglo XXI la delincuencia callejera, los apagones, las complicidades y pactos de silencio entre la clase gobernante y la oligarquía dominante.

Sería bueno analizar el papel de la clase política y los políticos simuladores que han hablado de defender al pueblo y a la hora de la verdad se doblan al gran capital y sus soportes ideológicos criollos.