Tras esta película y La Soga, el cine dominicano tiene otro nivel. Supera errores del pasado, reiteraciones temáticas, debilidades guionísticas y aportan experiencias artísticas y técnicas que enmarcan un panorama distinto y promisorio, facilitado por una promulgada Ley Nacional de Cine que nadie ha estrenado todavía.
Cuando se inició la proyección de Trópico de Sangre, sobre las hermosas laderas verdes de Jarabacoa y el curso de aquella guagua escolar, en la época actual, con la muchachada escolar escuchando raeggeton, la sensación vivida por el público, en la función premiere, fue de desubicación temporal.
Pero todo se explica tras unos minutos de narración: era una maniobra del guión para introducir la historia mediante la visita de escolares al Museo de las Hermanas Mirabal, en Ojo de Agua.
Una vez allí, doña Dedé Mirabal, la mayor de las hermanas, percibe a una de las estudiantes y a ella le cuenta la historia, pasando al punto en que Trujillo tenía ya 17 años en el poder. La Dedé da un tono especial a estas escenas de introducción y despedida del filme.
Trópico de Sangre, que va a los cines el 2 de septiembre, marca un tono histórico asumido con responsabilidad estética y educativa por el director en esta producción de Joan Ciacinti, Michelle Rodríguez y Giancarlo Chersich
Trópico de Sangre se concibió hace más de siete años y pervivió como sueño en un largo proceso que duró hasta anoche cuando fue presentada en función premiere para abrir oficialmente el Festival Internacional de Cine de Fine Arts.
La película es la mejor de cuantas se han realizado en torno al hecho tan marcador, incluyendo Amén de Mariposas, rodada en México y producida con muy buena intención por la Salma Hayek
La película se ha realizado sin contar con la condescendencia paternal de la crítica o el nacionalismo popular en la taquilla. Es toda una producción realizada a conciencia.
No es perfecta. Algunas actuaciones, sobre todo las secundarias, podrían haberse logrado mejor, pero los roles principales, particularmente las de Michelle Rodríguez, César Evora, y Juan Fernández. Sergio Carlo hace u Manolo firme y evidencia que tiene futuro si se sigue adentrando en el histrionismo de su carrera.