De lo pensado a lo vivido
A nuestro padre, quien llevaba un nombre de almanaque, Inocencio, una querida se lo llevó a Nueva York después de la guerra. Trabajando allá en una factoría, quien nos engendró se llevó dos dedos de una de sus manos, recibiendo una buena suma de dinero en compensación por el accidente. Con ese capital puso un bar, […]