Nos identifica. En Hamlet, Shakespeare expresa que “no hay nada bueno o malo, sino que el pensamiento lo hace así”. Esto sugiere procurar las condiciones y el ambiente que nos proporcione un pensamiento positivo. Esperar lo mejor de los demás.
Comenzar por fortalecer nuestro sentido de pertenencia, lo cual en las cosas más sublimes nos ayuda. Pablo Neruda nos dice que «El amor no tiene límites, pero el sentido de pertenencia lo hace más fuerte.»
Ser parte de algo -dando o recibiendo-, aviva nuestras esperanzas. Por eso vamos de un lugar a otro, para lograr nuevas experiencias. Reafirmarnos como entes sociales, útiles y necesarios.
El sentido de pertenencia es una experiencia emocional que nos conecta con un grupo o comunidad. Varios factores contribuyen a ello. Compartir valores, creencias y vivencias con otros crea un vínculo fuerte. Involucrarse en actividades grupales o comunitarias nos ata o retiene en un lugar.
Creas en este transcurso una narrativa compartida que te lleva fortalecer los lazos familiares y de amistad. Eres, en efecto, reconocido y valorado por los demás, con lo cual alcanzas una inmensa sensación de pertenencia. Así, ocupar tu tiempo en tareas comunes te crea un sentido de unidad y propósito.
El sentido de pertenencia se puede encontrar en diversas instituciones, lugares y cosas que fomentan la conexión y la identificación con un grupo o comunidad. En la familia, una de las fuentes más importantes de pertenencia. En la escuela, con compañeros y profesores.
En iglesias, clubes, Grupos que comparten intereses comunes, como clubes deportivos o culturales, vecindarios, parques, plazas comerciales, en fin. Ser parte de varios núcleos tiene un efecto multiplicador favorable a nuestros planes de éxito profesional, familiar y personal.