Editorial

Sex drink

Sex drink

A pesar de los esfuerzos que desde esferas públicas, religiosas, académicas y sociedad civil se realizan para promover valores, la sociedad dominicana parece degradarse con preocupante celeridad, a juzgar por la imposición y propagación de  normas de comportamientos asociadas a lo insano o pernicioso, como prostitución, sexo irresponsable, tráfico y consumo de drogas y corrupción.

Mientras en el Congreso se debate un proyecto de ley para crear una zona de tolerancia que concentre todos los prostíbulos y a trabajadoras sexuales, en el Gran Santo Domingo se  pone de moda un tipo de establecimiento denominado “Sex drink” , donde se practica una nueva y sofisticada forma de prostitución.

En esos negocios, autorizados en principio a expender bebidas  alcohólicas, se presentan espectáculos de mujeres que bailan desnudas alrededor de un tubo  ante  concurrencias integradas  principalmente por jóvenes  que  asisten a esos  prostíbulos disfrazados de tiendas de licores.

El Nacional publicó en su edición del pasado martes 27  un reportaje  sobre  las incidencias en  uno de esos Sex drink, ubicado en el  sector de Herrera, de Santo Domingo Oeste, cuyo espectáculo  consiste en  unas “strippers” o bailarinas  eróticas, que danzan desnudas ante  una concurrencia frenética y lujuriosa.

Es verdad que  ese tipo de  espectáculo se realiza en muchas otras ciudades extranjeras, donde  la  gente acude a  disfrutar  del baile de una  danzarina que se despoja de  su ropa sin llegar a desnudarse, pero ocurre que  aquí se incluye  que las bailarinas practiquen sexo oral en público a cualquiera de los parroquianos.

En esos establecimientos se presentan también “bailarines” que  deliberadamente  “enseñan” sus partes íntimas a damas que  concurren al lugar, quizás sin saber que  detrás de una tienda de licores se esconde un burdo prostíbulo.

En  cualquier  sociedad civilizada, los  negocios de prostitución operan con severas restricciones y la ley  castiga  cualquier  forma encubierta  de comercio de sexo o de expendio ilegal de bebidas alcohólicas, pero  en República Dominicana  los prostíbulos se guarecen tras  los nombres de  “Liquor Store”, “Spa Center” o “Beauty Salón”.

El Ministerio Público está compelido a evitar que el desenfreno disperse  su degradante contaminación moral  a través de  ese tipo de cloaca que debería al menos estar alejada de la juventud ya expuesta  de manera excesiva al cáncer de las drogas y alcohol.

El Nacional

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