¿Qué puede esperarse de una comedia de Jim Carrey? Yes Man (Sí Señor) es un vehículo concebido para poner, una vez en el escaparate, las habilidades cómicas de este actor. Lo demás, si acaso hay algo extra, es de cualquier modo ganancia. Esa ha sido la tónica de las películas de Mr. Carrey, y si la verdad ha de decirse, aquí hay bastante para reírse, porque hasta a la idiotez y el sin sentido puede encontrársele también el lado amable. Nadie mejor que Jim Carrey haciendo de irrefrenable idiota. Palabra de honor.
Ahora bien, para ser honestos, esta no es de las peores películas de Mr. Carrey. Ese honor le corresponde a fenómenos como The Cable Guy o Me, Myself and Irene, o la más reciente Number 23. Yes Man es solo un divertimento más que busca entretener y divertir a la audiencia de la forma que él sabe hacerlo: a base de humor físico y muecas a granel.
Pese a la vulgaridad que concentra una escena de contenido sexual, vale decir, sin embargo, que Carrey se muestra ligeramente comedido en este ultimo aspecto, repito de forma muy ligera, pero eso de por sí es un logro del tamaño del cielo para esta película, y para el director Peyton Reed.
Este es el tipo de film que prácticamente carece de historia, o mejor dicho parece una colección de partes de otras películas, en particular de Mentiroso, Mentiroso del mismo Carrey. De hecho, es solo como si se hubiese invertido el leit motiv de una y otra.
Carrey personifica a Carl Allen, un aburrido oficial de préstamos de un banco para quien la vida ha perdido todo sentido desde que su ex mujer lo abandonó tres años atrás. Por lo tanto, se ha convertido en un espíritu de negación y rechazo hacia todo. Su única diversion es ver películas en DVD, hasta que un viejo amigo lo convence de ir a ver un gurú que predica que el secreto de la felicidad reside en el poder de la palabra Sí.
Desde entonces se transforma en otra persona, la cual por todo responde afirmativamente, por más descabellada e inconsecuente que sea la propuesta o solicitud recibida. La historia es tan superficial y predecible que no vale la pena reparar en ella. Por fortuna el film no tiene ninguna otra pretensión que hacer reír de cualquier modo, y en eso muy pocos tienen la capacidad de Carrey para hacer el ridículo, y no morir en el intento.
Lo mejor que tiene el film innegablemente es la presencia de Zooey Deschanel, ella va mucho más allá del adorno romántico de turno, y proporciona credibilidad y solvencia.