Opinión

Siembra y luces

Siembra y luces

La sangre que corrió en Francia con Olimpia de G, corrió también en Santo Domingo (1974) con Florinda Soriano (Mamá Tingó) asesinada cuando reivindicaba su derecho a la tierra, y el sol, como figura imaginaria, brilló ese día en medio del dolor, recordando a todas las mujeres que los derechos también implican sangre, y que para el opresor, la mujer solo es sexo débil hasta que esta no muestra coraje y decisión.

Marzo es una apuesta a las mujeres, sobre todo las pioneras, que fueron templos irrefutables en la lucha por la emancipación de la mujer, por la conciencia de género, y la visualización de su existencia en la configuración del mapa de la humanidad y más aun de la humanidad dominicana.

Por eso, ¿cómo olvidar los aportes de Abigail Mejía, María Petronila Gomez, Camila Henríquez Ureña, Ercilia Pepín y Piky Lora? Ellas hicieron proezas en la historia dominicana. Sus hazañas no deben ser borradas ni por el olvido ni por la ingratitud, pues lo hecho, hecho quedó.

El progreso de las mujeres, aun en medio de los obstáculos ideológicos, las muestra abriéndose pasos trascendentes en las Letras, en la Cultura, en la Política, en las Ciencias y en las Artes. Presentes han de estar en la memoria histórica dominicana, mujeres como Evangelina Rodríguez, Carmen Natalia Martinez Bonilla, Magali Pineda, entre otras, como Pura Emeterio Rondón. Esta última ida a destiempo, pero dejando una impronta de extraordinaria significación en el campo de las letras, las humanidades, y la defensa de los intereses nacionales.

En el decir de uno de los personajes de la novela El degüello de Moca (autoría del académico Bruno Rosario Candelier) “la palabra es una llama de la conciencia, y cauce de la sabiduría y canaliza la fuerza que enlaza a los hombres” (pág. 28) En frase como esta se condensan los aportes y la trayectoria de Pura Emeterio en el ejercicio de la palabra, donde con humildad y mucho dominio en todos sus saberes eligió formas diversas para plantar ideales en los espacios tocados por su siembra.

Es por eso que destacamos en Marzo su figura para incluirla en el consenso de inmortales sembradoras.

La obra de Pura E. R, está pendiente de ser estudiada a profundidad para solo así poder entrar en contacto con las luces que, atrapadas quedaron en sus ensayos, disertaciones, y en el ejercicio docente, a nivel nacional e internacional.

Ojalá que la comunidad literaria dominicana y los y las gestoras culturales, asuman ese reto. Hay que estudiar sus obras sin que para ello deban pasar décadas, o el centenario, como ha ocurrido con importantes figuras de la historia, la literatura y la política.

El Nacional

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