Por: Leandro Guzmán
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Los restos del ex presidente de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, descansan ya para siempre junto a una pequeña colina de Qunu, una modesta aldea rodeada de praderas en la que pasó su infancia, y donde fue enterrado, cumpliendo su expreso deseo.
Quno se convierte así en un símbolo para la Humanidad, irradiador de libertad, de paz y de respeto a los Derechos Humanos, por cuya vigencia tanto luchó Mandela, un hombre excepcional que supo superar la ira y el odio para construir una Nación, y lo logró a fuerza de perseverancia.
Su liderazgo como cabeza contra la segregación racial y contra las injusticias contra los seres humanos más pobres creó una fuente de inspiración en otros países, donde sus pueblos se manifestaban contra la tiranía y la opresión.
Mandela, con sus prédicas, enseñó que es posible vivir en un mundo de libertad y democracia, pero no en una democracia donde impere la corrupción y se violen los Derechos Humanos de los ciudadanos por el simple hecho de ser pobres. Su lucha fue pacífica, lo que demuestra que siempre es posible alcanzar metas sin que necesariamente haya que ser violentos.
Cuando salió de la prisión el 11 de febrero de 1990, Mandela se despidió de sus carceleros con una sonrisa, sin destilar odio alguno, a pesar de haber sido forzado a trabajar en una cantera de sal bajo condiciones infrahumanas.
Una vez recobrada su libertad, Mandela trabajó en conjunto con el entonces presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk, liderando a su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, cosa que se consiguió en 1994, con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. Por su trabajo en conjunto, tanto Nelson Mandela como Frederik Willem de Klerk recibieron el Premio Nobel de la Paz de 1993. Posteriormente Mandela ganó las elecciones y fue presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999. Su prioridad estuvo frecuentemente en la reconciliación nacional.
Hombres como Mandela nacen una vez cada siglo, si acaso. Cómo símbolo vivo de la libertad, de todas partes del mundo llegaron los mensajes públicos de condolencia por la muerte de ese gran líder, que se marchó hacia lo ignoto a los 95 años, rodeado de la admiración de su pueblo y de los más prestigiosos líderes mundiales.
Nuestro pueblo fue tomado muy en cuenta por Mandela puesto que durante su gobierno el dia 25 de noviembre fue declarado no laborable como consecuencia de la decisión del congreso feminista de 1981 en Colombia. Esta decisión se ratifico en la Naciones Unidas para el mundo entero al final de la década del 90.

