Editorial

Sin miedo

Sin miedo

En los mensajes del papa Benedicto XVI con motivo de las festividades navideñas la exhortación a los cristianos de vencer el miedo y la inercia para difundir el Evangelio con audacia y sabiduría es uno de los que, por sus múltiples implicaciones, más se presta a reflexión. ¿A qué –según la percepción de Su Santidad- pueden temer los discípulos de Jesús?

Es posible que el temor contra el que clamó el Sumo Pontífice en la difusión de la vida y el sacrificio de Jesús no sólo sea externo, sino también interno. Hablar de justicia, respeto a la vida e igualdad en determinados ambientes representa una osadía que puede poner en riesgo la vida. Pero fue precisamente en esos espacios que Cristo predicó los evangelios.

La exhortación del obispo de Roma puede tener también sentido metafórico en el sentido de que no se debe reparar en obstáculos ni adversidades en la prédica del bien, el amor, la justicia y la concordia, así como en las denuncias de las ambiciones,  atropellos e irregularidades que limitan el bienestar y la felicidad de la familia humana.

Salvo las excepciones que pueden ser para confirmar las reglas, el mundo está envuelto en una vorágine que con frecuencia suele tomar la forma de un callejón sin salida. Y el diálogo, que se supone el instrumento más útil de la civilización para la gente entenderse, es relegado en aras de la confrontación, sin importar las consecuencias.

Pero en su oportuno mensaje, Benedicto XVI recordó a los creyentes que están llamados a presentar el Evangelio y dar testimonio en “circunstancias difíciles y peligrosas”, con la seguridad de que jamás serán abandonados. Más significativo aún si se recuerda que los cristianos se impusieron a la implacable e inhumana persecución de Nerón y otros emperadores romanos.

Al hablar de San Esteban, el primer mártir de la Iglesia, a quien definió como una imitación perfecta de Cristo, Su Santidad exhortó a los cristianos “a recorrer el camino del bien y el camino de la humildad”, sin miedo y con la verdad en su corazón. En estos tiempos tan difíciles se necesitan mensajes de aliento, que estimulen toda suerte de sacrificio en aras de un mejor destino.

Tanto los cristianos para predicar el Evangelio como los no cristianos tienen que vencer el miedo de que habló Su Santidad para que la tolerancia se imponga como esencia de la diversidad en sus acepciones sociales, políticas, culturales, económicas y religiosas. Los referentes de mártires que han ofrendado sus vidas, que han renunciado al bienestar personal en aras del colectivo, son variados y encomiables.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación