Además de las necesarias explicaciones que han brillado por su ausencia se tenía por hecho que el Gobierno eliminaría los gravámenes a los alimentos, a la propiedad inmobiliaria y flexibilizaría otras partidas contempladas en el llamado proyecto de modernización fiscal.
Tras el torrente de quejas, la politización de la pieza y los encuentros con sectores que se consideran afectados, el presidente Luis Abinader optó anoche por retirar la pieza que se encuentra en la Cámara de Diputados.
Desde que se anunció la alocución del mandatario se dispararon las expectativas. En su cerrada oposición a los nuevos gravámenes las asociaciones empresariales citan la evasión como una fuente para el Gobierno incrementar las recaudaciones sin crear más tributos ni eliminar las exenciones.
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Se trata de un viejo reclamo, aunque en realidad enfrentar la evasión no es una tarea tan sencilla en una nación con una economía plagada de actividades informales.
Con un empresariado y otros sectores unidos contra la reforma el Gobierno se veía condenado a ceder para bajar la marea.
Las quejas conminaron a Abinader a tomar la decisión anunciada anoche en un breve discurso de dos páginas a la nación. acelerar las negociaciones e invocar el diálogo para bajar las presiones a que está sometido.
Aunque el jefe del Estado no explicó de dónde sacará el dinero proyectado que obtendría a través de la reforma, preciso que se verá obligado ajustar el alcance de los planes de desarrollo planteado.