Ramsés III cultiva su viña alrededor del 1,190 a. C., desarrollando la cepa Kankomet. • El vino pasa a Grecia y se introduce en los juegos sociales o florales: el kottabos, que consistía en lanzar el sobrante de una jarra hacia un platón suspendido sobre un palo y otros juegos, siendo éstos insertados en la producción estética a través de Homero y los poetas siguientes.
• La importancia del vino en Grecia, cuyo mosto era espesado hasta alcanzar la consistencia de una pasta que luego se diluía en agua.
• Hipócrates solidifica el prestigio del vino mediante sus “Tratados hipocráticos”.
• En la Península Itálica los etruscos introducen cepas provenientes del Asia Menor, la primitiva lambrusca una de ellas (Hugh Johnson, El vino: Atlas mundial, 1986).
• En la conquista de las Galias, Julio César adapta de los galos el barril de madera para introducir los mostos. Así, el envasado del vino cedió el paso a un recipiente que ha permanecido inalterable hasta nuestros días.
• Virgilio, en la poesía, y Columela en su tratado de agricultura De re rustica, escrito en el Siglo I de nuestra Era, exaltan las prácticas vitivinícolas de la época: plantación, abonado, estaquillo, injertos, amugronamiento, podado y otras (El gran libro del mundo, Ed. Blume, 1979).
• La vid europea llega a América introducida por Hernán Cortés. Las cepas europeas se introducen en México hacia el año 1524, cuando por decreto Cortés ordenó plantar a los colonos españoles diez viñas al año por cada nativo que viviera en la zona (Miguel A. Torres: Viñas y vinos, 1980). Luego siguieron Perú y Chile, en 1541. En la Argentina las primeras cepas se introdujeron en 1566, en Mendoza, y luego en la segunda fundación de Buenos Aires, 1580 (Fernand Braudel, Op. Cit.). De México, la vid subió hasta la Baja California en el Siglo XVII.
• En el Siglo XVII el monje benedictino Dom Perignon descubre el champagne al notar que los tapones con telas de algodón y lacre saltaban de las botellas por la presión del gas de la segunda fermentación. Luego, Dom Perignon utiliza para el cierre corcho de las comarcas catalanas, notando que esta vez eran las botellas las que estallaban por la presión del gas. Al conseguir que los fabricantes de vidrio las reforzaran, Don Perignon arribó a su descubrimiento, exclamando al probar la bebida: “¡Venez vite mes freres, je bois des étoiles! (¡Venid rápido, hermanos míos, que estoy bebiendo estrellas!, Miguel A. Torres, Op. Cit.).
Pero lo fundamental en la libación del vino es tomarlo como debe ser y sentirlo como una conexión directa con la misma evolución del ser humano.