Editorial

Sonia Pierre

Sonia Pierre

La muerte de Sonia Pierre, reconocida activista por los derechos  de la comunidad domínico-haitiana,  acaecida  ayer a los 48 años  a causa de un  infarto, es motivo de  congoja de una  colectividad que le reconoce sus ingentes esfuerzos a favor de que se otorgue la nacionalidad dominicana a  descendientes de  inmigrantes de esa nación.

Pierre  fue declarada muerta en el hospital de Villa Altagracia a donde fue trasladada al sufrir el percance cardíaco cuando departía con familiares en una finca de  su propiedad. En  2007 había  sufrido una  cirugía de corazón abierto en un hospital  de Estados Unidos.

Esta mujer de descendencia haitiana dedicó gran parte de su vida a denunciar a nivel internacional  los  supuestos maltratos contra  inmigrantes haitianos y  en los últimos años promovió el reclamó de que  se reconozca a sus descendientes  como ciudadanos dominicanos.

Su lucha  contó con el respaldo de  gobiernos e influyentes fundaciones, pero también afrontó el rechazo de  agencias oficiales y  sectores  de la sociedad  que censuraron que  República Dominicana fuera  sometida  ante  tribunales y organizaciones internacionales por  alegada  violación a derechos de inmigrantes.

 Sin  emitir juicio de valor sobre  la pertinencia o no  de la cruzada  que durante muchos años encaminó por todo el mundo Sonia Pierre, es menester  destacar que su trabajo incansable  ha permitido colocar el tema de la migración haitiana y las relaciones  dominico-haitianas en los portafolios de las grandes metrópolis.

Aunque la Constitución de la República  establece con  claridad el protocolo jurídico que ha de cumplirse para que  cualquier extranjero o sus descendientes puedan adquirir o se le reconozca la nacionalidad dominicana, en virtud de los principios de Jus solis o Jus sanguis, algunos gobiernos e instancias internacionales han   acogido como buena y válida la denuncia de que  aquí se fomenta una comunidad de apátridas.

Con sus luces y sombra es de justicia decir que Sonia Pierre fue en vida una  excepcional  dirigente promotora de los derechos humanos, cuya labor  concitó  reconocimiento del gobierno de Estados Unidos y del liderazgo más ortodoxo de esa nación, así como de otras naciones de Europa y América latina.

La comunidad dominico-haitiana ha perdido a una líder de dimensión internacional, cuyo deceso es motivo de congoja  para toda la sociedad dominicana que  reconoce en  esa excepcional mujer  a una luchadora sin par por los derechos de ancestros y descendientes. Paz a sus restos.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación