De bienes raíces, ofrece una visión específica, descrita comúnmente como mercancía. Limitación superada al dar forma a un mundo posible o ideal. Identificados los factores que nos calman, tranquilizan y dan seguridad. Aún así debemos comprender las razones que nos impulsan. Objetivos que rigen nuestra razón de ser.
Esto explica la necesidad esencial de construir una vida —de diseñar un mundo— con propósito. O mejor dicho, con un sentido de pertenencia que nos conecte con aquello que nos beneficia. Nos satisface. Unos buenos días al pasar y un café entre amigos son siempre reconfortantes. Está en nuestra naturaleza. Crea y llena un espacio en el que alcanzas la plenitud.
Para ello, será fundamental encontrar ese lugar agradable. Vital. Realizado, en primer lugar, en la posesión de propiedades en las que materializas un proyecto de vida a largo plazo, cuya permanencia te abre las puertas al éxito. Y con ello, gratitud, libertad y seguridad. Toda la felicidad, en pocas palabras.
De esto derivan las condiciones y atributos de la familia, la amistad y el apego. Entendidos como factores que unifican y fortalecen nuestras relaciones sociales y garantizan la estabilidad y la prosperidad económica. No existe ningún secreto milagroso ni fórmula mágica para llegar a la cima, salvo escalar, sabiendo que la mejor empresa es aquella en la que uno se embarca.
Es así de simple, aunque suene redundante u obvio. Hablando de eso, el otro día le pregunté a mi hijo Daniel cuál era el mejor negocio entre tantas ofertas en redes sociales, y él, un experto en la materia, me respondió con claridad y precisión: «Sé cuál es el mejor… el negocio que realmente haces».
Así, construimos nuestras carreras a lo largo de la vida, marcadas únicamente por la perseverancia y la determinación.

