Se reedita la tragedia que suele asolar a soñadores que procuran alcanzar el quimérico sueño americano en travesías hacia Puerto Rico a bordo de frágiles embarcaciones, como la que zozobró el sábado en el litoral de Guayacanes, en la que se afirma viajaban unas 80 personas, con saldo inicial de cinco muertos y 43 rescatados.

Buques de la Armada Dominicana, con el auxilio de pescadores de la zona y vuelos de la Fuerza Aérea, proseguían las labores de búsqueda de otras posibles víctimas en una amplia zona del mar Caribe alrededor del lugar donde naufragó la rudimentaria yola sobrecargada de pasajeros.

Como fatídica forma de retratar a la propia sociedad, entre los fallecidos figuran dos hombres, dos mujeres y una niña de 12 años, que fue sumada por adultos a una aventura cargada de riesgos y temeridades, en vana esperanza de arribar a Borinquen, como escala obligada para llegar a Estados Unidos.

Uno de los pescadores que ayudó a rescatar a decenas de náufragos opinó que en la embarcación viajarían unas 80 personas, parte de los cuales se habría ahogado, porque los botes que ayudaban a trasladarlos hasta la orilla de playa Guayacanes no dieron abasto para poder rescatar a todos los que pedían auxilio.

Cada persona que abordó esa yola tuvo que pagar miles de pesos para emprender travesía hacia la muerte o a una experiencia de terror que los sobrevivientes no olvidarán jamás, aunque no pocos se mostrarán dispuestos a repetir el costoso viaje, como si vivir en República Dominicana careciera de sentido.

Sobrevivientes que relataron la pesadilla sufrida dicen que vieron a mucha gente morir ahogada y que deben su vida a un grupo de pescadores que avistó el hundimiento del bote repleto de viajeros ilegales en la madrugada del sábado, quienes hoy se erigen como héroes, que lograron salvar a 43 náufragos.
Organizadores de esas travesías reclutan a incautos de Peravia, Azua, La Altagracia y La Vega y otros lugares donde mucha gente vende propiedades e incurreen créditos para sufragar intentos de llegar a Estados Unidos a través de Panamá, Colombia, Centroamérica y México, en infernales trayectos en los cuales la vida no vale nada.

El naufragio de una yola con unos 80 pasajeros acaecido cerca de las costas de Guyacanes, se define como una gran tragedia, un desgraciado y recurrente episodio motivado quizás por el déficit de esperanza en el país que embarga a muchos dominicanos, pero también por la falsa creencia de que al otro lado del Canal de la Mona está el paraíso, donde lo que asecha es muerte y frustración.