Opinión Carta de los Lectores

Tránsito infernal

Tránsito infernal

El reordenamiento del tránsito es una necesidad. El desorden actual en las calles de Santo Domingo, y prácticamente todo el país, tiene que ser enfrentado por las autoridades. Es necesario tener un plan claro, globalizado, de prevención y después actuar.
Hasta ahora lo que se ha visto son remiendos mal hilvanados, ninguno de los cuales asegura que el transporte público o privado mejorará. Con medidas individuales y circunstanciales, el problema se multiplica.

Tienen que sentarse todos los implicados en el problema del tránsito, para encontrar una satisfactoria solución colectiva. No es un problema de todo listo a corto plazo, hay que consensuar, escuchar y planificar.

Los principales creadores de la crisis del tránsito son los choferes de carros y autobuses públicos. Están en las principales avenidas manejando como les da la gana, y en la mayoría de los casos los agentes no les llaman la atención.

Los choferes del colectivo tienen patentes de corso para manejar, llevar el desorden y hacer lo que quieran en perjuicio de la ciudadanía. Ni siquiera los sindicatos a que pertenecen se ocupan de ellos. Es necesario impartirles cursos de buen manejo y de moral y cívica.

Los que manejan carros y autobuses públicos tienen exoneraciones privilegiadas, bajo el entendido de que es para que mantengan los precios por el servicio prestado. La triste realidad es que periódicamente van reajustando las tarifas y acortando las rutas.

Los choferes deben ser obligados a trabajar en sus carros con un cupo de cuatro o cinco pasajeros, tres detrás y uno o dos delante. No más de ahí. Actualmente se montan hasta seis pasajeros en las rutas, sean cortas o largas.

Pero fuera de las llamadas rutas públicas, donde no transitan carros ni autobuses de pasajeros, los tapones lo producen los conductores de vehiculos privados. Tratando de escapar del caos en las vías principales, se meten en áreas residenciales y las convierten en un infierno.

En las llamadas horas pico, en las primeras horas de la mañana, después del medio día y en el crepúsculo, es casi imposible transitar en el casco urbano, y dicho a la verdad, el problema sobrepasa a los agentes encargados de ordenar el caos.

También se deben aplicar controles a los taxis. Nadie sabe cuál es el precio real de una carrera, Cobran de acuerdo a lo que les viene en gana. Ninguna compañía tiene regulado el servicio. Para mayor seguridad los choferes deben identificar sus vehículos, y vestir decentemente, si es posible con una camisa uniforme.

Por: Manuel Hernández Villeta

El Nacional

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