La culpa la tuvo desde luego Miguel Guerrero, por invitar a Hipólito a su casa y darse el caché frente a su vecino de edificio, Juan Bolivar Díaz de decirle que subiera, para que cenara con un ex presidente de la Republica.
Y la culpa la tuvo Miguel Guerrero porque también invitó a otros periodistas, porque realmente, con esta crisis, no siempre se puede armar una cena de lujo en la casa para todo el o la que ha invitado a uno.
Y la culpa la tuvo Miguel Guerrero, porque se puso a servirle a Hipólito suflés de todo tipo, langostinos, quesos de Francia, vinos de Europa, e Hipólito lo acusó de conspirar contra los productores nacionales de arroz, yuca, y todas esas maravillas que se consumen en su casa, en consonancia con sus orígenes campesinos, de los cuales nunca reniega.
Y la culpa la tuvo Miguel Guerrero, que sabiendo que su casa toda està llena de micrófonos no se dio cuenta de que la palabra conspiración desataría la alarma en los centros de grabación y no interrumpió a Hipólito, y le dijo en voz alta (como hago yo cuando siento que me están grabando las llamadas por teléfono): ACLARA TU ASUNTO, no vaya a ser que como los generales chilenos que quemaron todos los libros que tenían la palabra «revolución»….revolución culinaria, revolución educativa, revolución científica», los que nos están grabando crean que estamos conspirando.
El problema es que como al dedo malo to se le pega al pobre Juan Bolívar, que ni cena, también se le pegó que estaba conspirando, cuando lo único que dijo fue que acostumbra a cenar café con leche.
Así las cosas, a todo el mundo se le escapó la verdadera conspiración, la que orquestó el presidente Fernández cuando viajó a Higüey, a reunirse con los Hermanos Rosario. Según las grabaciones de ese encuentro, Fernández fue a proponerles su inclusión en el grupo, bajo la promesa de que formaría otro PRD, el Partido Rosarista Dominicano, como tributo a quienes han mantenido la música dominicana por todo lo alto del Nueva York Grande del cual proviene el Señor Presidente.
Cuentan las cintas que los Rosario recibieron la oferta con reserva, porque temen que el Presidente haga como Toño y dentro de 4 años se les vaya con la limosna y el santo. Empero, la discusión de mayor trascendencia fue si el Presidente usaría trencitas o se dejaría el pelo como lo tiene. Si ha de sustituir a Toño, dijo Rafa, tiene que usar trenzas.
Si, pero ¿de qué color?
La ciudadanía espera con impaciencia las próximas encuestas, sobre este tema que amenaza con convertirse en factor determinante de las elecciones, donde votaremos 26.