Opinión

Triunfalismo político

Triunfalismo político

Las elecciones son expresiones de competencia. Y en política, al igual que en los deportes, no se puede actuar con triunfalismo. Es la razón por la que algunos cronistas del béisbol dicen que en pelota no se gana hasta que no se hace el out 27. En boxeo, de igual manera, no se gana, al menos que se produzca un nocaut antes del límite, hasta que los jueces emiten un veredicto favorable.

Observé el combate de Oscar de la Hoya y Tito Trinidad la noche del 17 de marzo de 1999. El Niño de Oro estaba ganando la pelea, pero en los últimos asaltos su esquina dio instrucciones a que corra por todo el cuadrilátero, mientras el boricua perseguía y conectaba poderosos golpes, impresionando a los jueces, que terminaron dando la victoria al boxeador caribeño.

Hubo una inadecuada asesoría en la esquina del Golden Boy, quien tomó la decisión de cancelar al equipo que trabajó en la preparación y estrategia del encuentro pugilístico. Y le concedo razón, porque escuché claramente cuando decían —antes de los dos asaltos finales—: “Usas tus piernas y corres, tienes la pelea ganada, es cuestión de tiempo”.

También vi el combate de Julio César Chávez y Meldrick Taylor, en Las Vegas, la noche del 17 de marzo de 1990. Según Lederman, Taylor, que exhibió velocidad de piernas y brazos, tenía todos los rounds ganados, pero antes de sonar la campana para el asalto final escuché en la esquina de Chávez cuando se le dijo: “Tienes que jugártela, tú eres más macho que él, tíralo todo, por tu familia y por México, todavía tú puedes noquearlo.

Y así fue. Chávez conectó un recto que tambaleó a Taylor, siguió con combinación de izquierda y derecha y un recto al mentón que lo tumbó, se paró en malas condiciones, no respondió la pregunta del réferi y se detuvo el combate faltando 6 segundos para concluir. Hubo adecuada asesoría a Chávez, siempre se le dijo que estaba perdiendo, pero sin dejar de señalarle lo que tenía que hacer.

Pongo estos ejemplos deportivos, porque observo que en la actividad política se cometen errores similares. Es común la lisonja y la adulonería a los candidatos presidenciales. Y de que una firma encuestadora otorga un 30%, en vez de enmendar errores y seguir trabajando para crecer, se ponen a diseñar gabinete. Pocos le dicen la verdad. Si los números no le favorecen lo que procede es instruir a que se la juegue, porque todavía puede ganar. Nada de triunfalismo.

El Nacional

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