Semana

Trujillo en la vida  social de Santiago

Trujillo en la vida  social de Santiago

La vida social de Santiago durante la Era de Trujillo es una etapa todavía no estudiada y, consecuentemente, tampoco la figura de Trujillo en ella.

Pero a partir de testimonios orales y fuentes documentales de los años 30 y 40 podría sostenerse la tesis de que su inserción en ella se canalizó a través de los clubes sociales “Centro de Recreo” y “Club Santiago”, ambos concentradores de la base social de la oligarquía local que se constituyó a partir de los últimos años de la dictadura de Ulises Heureaux. 

Juan Bosch, en Composición social dominicana, refiere que cuando Trujillo alcanzó la jefatura de la Guardia Nacional en el gobierno de Horacio Vásquez ya “había alcanzado el nivel de la alta pequeña burguesía”. Y agrega: “Sin embargo, la alta pequeña burguesía de abolengo, atrincherada en los clubes de “primera” del país, no lo admitió entre ella. Trujillo había pasado demasiado rápidamente de la mediana pequeña burguesía a la alta, y por esa razón la casta de “primera” del país no lo aceptaba”.

Esa aseveración alude a la “bola negra” que se le “echó” cuando solicitó ser socio del Club Unión de Santo Domingo y al episodio ocurrido en La Vega en 1929, cuando se le negó la entrada a una fiesta en el Casino Central, y que Bosch recoge en “Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo”. Trujillo, dice Bosch, por haber nacido de segunda, no tenía derecho a ser admitido entre los “de primera”.

Para vengar aquella afrenta, hizo disolver, ya afianzado políticamente en el poder, el Club Unión de Santo Domingo y creó el “Club Presidente Trujillo”, al que migraron los que lo habían humillado.

En Santiago, Trujillo no sería desvalorizado por los “de primera”, pues a fines de 1928, antes de los episodios referidos por Bosch, fue aceptado como “miembro transeúnte” del Centro de Recreo. 

La estrecha vinculación que a partir de entonces se definió entre Trujillo y este club no recomendaría una medida similar a la tomada con el Club Unión de Santo Domingo.

Al menos en Santiago, Trujillo ascendería socialmente, gracias a la apertura  – ¿u obligada sumisión? – de los miembros de la alta clase social de Santiago.

La desaparición de las divisiones sociales en la Era de Trujillo, a la que alude Balaguer en sus memorias a propósito del caso del Club Unión, no podría pues tomarse como una afirmación genérica y abarcadora de la totalidad del país.

El 15 de agosto de 1930 fue bendecido e inaugurado el edificio del Centro de Recreo y siete meses después, el 5 de abril de 1931, Trujillo fue objeto de una recepción en aquel club, con motivo de su primera visita a la ciudad ya como Presidente de la República, y agasajado con un baile de etiqueta por la directiva presidida entonces por el Dr. Fernando A. Batlle y la junta organizadora del evento, encabezada por Pedro M. Hungría.

A partir de aquella primera visita oficial, las apariciones de Trujillo en el Centro de Recreo fueron recurrentes.

El 4 de junio de 1932 asistió a un baile en honor de las señoritas Flérida Mendoza y Blanquita Ortori, reinas del carnaval y de las flores, respectivamente, de Santo Domingo, que fue organizado por los socios Anselmo Copello, Fernando A. Batlle, Simón Díaz, Pedro M. Hungría, Francisco Pereyra hijo y Juan Antonio Bisonó.

 Más adelante, el 13 de mayo de 1938 asistió a un baile en su honor, acompañándole los “candidatos” a la presidencia y vicepresidencia de la República para el período 1938-1942, Jacinto B. Peynado y Manuel de Js. Troncoso de la Concha. 

Al día siguiente, Trujillo estuvo presente en la coronación de la Reina de la Primavera, Carmen Rosa Batlle Viñas, con quien bailó la primera pieza.

Unos días después, el 26 de mayo siguiente, se le ofreció una cena en la que hicieron uso de la palabra Anselmo Copello, J. Augusto Vega Espaillat, Emilio Arturo Pérez, Enrique Morel hijo, José y Marco Cabral, Ulises Bonnelly, Pedro Patxot, José Miguel Pereyra, José María Hernández, Esteban Piola, Manuel Batista Curiel, William Lithgow, Francisco Pereyra hijo y el senador Mario Fermín Cabral. 

Tan repetida asistencia motivaría a que una asamblea reunida el 15 de julio de 1938 le designara “Presidente Honorario” del Centro de Recreo, considerando “su singular labor de gobernante y como reconocimiento a sus desvelos por el engrandecimiento de Santiago”.     

El 4 de abril de 1942 tuvo lugar otro baile en honor al “Primer caballero de la sociedad dominicana” y su esposa, con motivo de haber “aceptado” ser “candidato” a la presidencia de la República.

En la mesa principal, junto a él departieron Andrés Pastoriza y su esposa Matilde Espaillat, Carmita P. de Ortega Frier, Emilio A. Pérez, presidente del club, Héctor B. Trujillo, Anselmo Copello y Mario Fermín Cabral.

La nómina de los asistentes a aquel suntuoso baile, que terminó a las 5.30 de la mañana, recoge secretarios de Estado, miembros del cuerpo diplomático, legisladores y la crema y nata de la sociedad de Santiago para entonces. 

La continuidad de agasajos lograría sus frutos: en ese baile, el socio Anselmo Copello anunció que Trujillo cancelaría la deuda que el Centro de Recreo tenía contraída desde 1929 para la construcción de su edificio.

La asamblea de socios, por acuerdo unánime, agradecería con creces aquella liberalidad, resolviendo que el 4 de abril de cada año fuese “Día de Trujillo” en el Centro de Recreo y de su Liberación Financiera.

Como recordatorio, se fijaría un cuadro suyo en un lugar destacado y una placa de bronce en la fachada del edificio.

A Ramfis Trujillo le sería otorgado el título de Socio Honorario Vitalicio el 8 de junio de 1942, a pedido de un grupo de socios.

Un baile le sería dedicado el 12 de septiembre del mismo año. Menos de un mes después, padre e hijo serían honrados con sendos bailes, celebrados en la tarde y en la noche del 24 de octubre, Día de San Rafael. 

Al año siguiente, en la misma fecha, con un baile a dos orquestas, se festejó el onomástico y natalicio del Presidente de la República.

En el año del Centenario de la Independencia, 1944, fue recordado el inicio de la Era de Trujillo, el 16 de mayo de 1930, con un baile ofrecido a Isabel Mayer, entonces Gobernadora Civil de la provincia. 

No podía ser ajeno el Centro a la figura de la Primera Dama, María Martínez de Trujillo, y el 1 de mayo de 1946 le ofreció, junto a su hijo Ramfis, un baile en ocasión de la puesta en escena de la obra de “su” autoría “Falsa amistad”[6].

Aceptado ya entre la gente “de primera” del Centro de Recreo, Trujillo  se vengaría de la exclusión que para la época se hacía en dicho club de los descendientes de libaneses, mejor conocidos como turcos o árabes. En una fecha que no hemos determinado, pero que testimonios orales sitúan hacia 1949, Trujillo preguntó, según una versión, porqué algunos amigos “turcos” no estaban en una fiesta en su honor. Le contestaron que no estos no podían asistir porque no eran socios. Entonces, supuestamente,  él personalmente atravesó el parque Duarte y trajo a todos los árabes que se encontraban en su local – el Centro Sirio Libanés, en la acera de la calle 30 de Marzo –  y obligó a los del Centro a recibirlos y aceptarlos como socios. Otra versión refiere que cuando se admitió a los árabes, el pueblo, agolpado en la verja del parque, observó el desfile de las parejas de “turcos” que entraban al local para asistir al baile organizado para la ocasión.

La asistencia a aquellas fiestas en honor a Trujillo no era necesariamente placentera: la presencia en ellas era obligatoria, convirtiéndose en un motivo traumático, que hacía detonar estados de inseguridad síquica entre.

El Nacional

La Voz de Todos